sábado, 16 de abril de 2016

CADA VEZ (36)


CADA VEZ (36)

Cada vez que se oye un lamento, un Dios llora en la montaña.

Acabarán con nuestra patria, cortarán las cabezas a quienes se antojen y derribarán hasta al Rey, si pueden, porque nada les importa el bosque ni la tierra; van por la sangre del que sea. Lo que ella guarda es de su interés y nos dejarán bóvedas para nuestros cadáveres y el de todo ser supremo que vuele y corra, por entre las aceitunadas tierras de mi amada Colombia.

Igual sucede en otros lugares; pocas golondrinas para tantas armas. Si escuchan los gritos, llegarán como bandadas de pájaros oscuros y sus picos serán la daga que nos calle.

Entregan nuestras montañas para que vacíen sus estómagos y las tierras, para que otros las aprovechen y los nuestros olviden que también tienen sueños. Pero esos sueños serán vencidos en cada esquina, como palomos hambrientos que no reciben ni un grano en tu puerta ni en la mía.

Poco a poco seremos parias. Cada vez más recortada mi patria, parece una torta que se dividen los malvados y hacen negociados mentirosos, para engañar y engatusar al pueblo con un vaso de leche y un pan a medio salar.

Cada vez los veo reunirse en los grandes almacenes; en los edificios colmenares de cemento, para que las abejas sueñen que es un palacio, y ahí, en medio de tal abejar sólo verán al Rey Alacrán con el signo pesos en la frente, que los dejará vacíos y en la calle. Esos son los poetas que vemos en los rincones, los soñadores como tú, y yo, ilusionados por un hueco en el cielo abandonan lo que les da para sobrevivir, que es la tierra, o los hacen salir a la fuerza, porque el aprovechado ve en tus ojos esas ansias de progreso, ríen de ti y de todos; luego brindan y festejan, toman de los mejores vinos y las más jugosas carnes.

Creen que serán eternos, pero una cuerda se anuda al cuello, la verdad nos aplasta, arrasa con nuestra tierra, se van con el oro negro y el blanco, con las esmeraldas, los ríos y lagos, y acaban con la vida y el bosque.

Por ahí van en los mejores carros y usan ropas costosas, demasiado caras para el hambre que acosa, y en medio de papeles colgados en la pared, /si hay para un recibo, envainamos la comida, porque no alcanza para más, pero a ellos les sobran ganas y ganas.

Sé que cada día nuestra patria será más chica;  poco a poco no seremos ni de aquí ni de allá, porque los nuestros nos han vendido, han robado el sueño de una patria y una bandera junto a las montañas y sus ríos, que morirán lentamente, sin que haya lucha ni ganas de continuar, porque antes de gritar, ya habrán disparado la honda, y no quedará líder sobre nuestros pinares, sólo bandadas de goleros verán desde lo alto, lo fácil que fue tocar el cielo y ponerle precio a sus estrellas.

Raquel Rueda Bohórquez

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