CADA VEZ (36)
Cada vez que se oye un lamento, un Dios llora en la montaña.
Acabarán con nuestra patria, cortarán las cabezas a quienes
se antojen y derribarán hasta al Rey, si pueden, porque nada les importa el
bosque ni la tierra; van por la sangre del que sea. Lo que ella guarda es de su
interés y nos dejarán bóvedas para nuestros cadáveres y el de todo ser supremo
que vuele y corra, por entre las aceitunadas tierras de mi amada Colombia.
Igual sucede en otros lugares; pocas golondrinas para tantas
armas. Si escuchan los gritos, llegarán como bandadas de pájaros oscuros y sus
picos serán la daga que nos calle.
Entregan nuestras montañas para que vacíen sus estómagos y
las tierras, para que otros las aprovechen y los nuestros olviden que también
tienen sueños. Pero esos sueños serán vencidos en cada esquina, como palomos
hambrientos que no reciben ni un grano en tu puerta ni en la mía.
Poco a poco seremos parias. Cada vez más recortada mi
patria, parece una torta que se dividen los malvados y hacen negociados
mentirosos, para engañar y engatusar al pueblo con un vaso de leche y un pan a
medio salar.
Cada vez los veo reunirse en los grandes almacenes; en los
edificios colmenares de cemento, para que las abejas sueñen que es un palacio,
y ahí, en medio de tal abejar sólo verán al Rey Alacrán con el signo pesos en
la frente, que los dejará vacíos y en la calle. Esos son los poetas que vemos
en los rincones, los soñadores como tú, y yo, ilusionados por un hueco en el cielo
abandonan lo que les da para sobrevivir, que es la tierra, o los hacen salir a
la fuerza, porque el aprovechado ve en tus ojos esas ansias de progreso, ríen
de ti y de todos; luego brindan y festejan, toman de los mejores vinos y las
más jugosas carnes.
Creen que serán eternos, pero una cuerda se anuda al cuello,
la verdad nos aplasta, arrasa con nuestra tierra, se van con el oro negro y el
blanco, con las esmeraldas, los ríos y lagos, y acaban con la vida y el bosque.
Por ahí van en los mejores carros y usan ropas costosas,
demasiado caras para el hambre que acosa, y en medio de papeles colgados en la
pared, /si hay para un recibo, envainamos la comida, porque no alcanza para
más, pero a ellos les sobran ganas y ganas.
Sé que cada día nuestra patria será más chica; poco a poco no seremos ni de aquí ni de allá,
porque los nuestros nos han vendido, han robado el sueño de una patria y una
bandera junto a las montañas y sus ríos, que morirán lentamente, sin que haya
lucha ni ganas de continuar, porque antes de gritar, ya habrán disparado la
honda, y no quedará líder sobre nuestros pinares, sólo bandadas de goleros
verán desde lo alto, lo fácil que fue tocar el cielo y ponerle precio a sus
estrellas.
Raquel Rueda Bohórquez
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