EL PODER DEL DINERO (22)
Cómo se pasea la gente
De orgullosa entre los pobres,
Más olvidaron muchos sus harapos
Y las hambres viejas.
Parecen pavos reales en un velorio
Si con alhajas se adornan de pies a cabeza.
Miran al muerto con desgano,
Obviando que mañana
Otro frío nos estará tocando
Y otras campanadas sonarán
A chistes de difuntos
En medio de un aguardiente y un tinto.
Los he visto pasar por todo lugar,
Del vino caro derrocharon
Y del guarapo de caña probaron;
Más pronto olvida el rico
Que hubo tiempos de tripas secas
Y bonanzas tardías.
A veces creemos que la opulencia llega
Porque la merecemos,
Y en un instante de rocas puestas
Todo se derrumba y queda un sabor amargo
Con el que siempre conversamos.
Esos viejos tiempos entre gente humilde
Fueron los momentos más felices,
Porque todos teníamos las mismas hambres
Y curábamos en silencio iguales cicatrices.
Tenía valor la cobija para las visitas,
Los vasos de cristal y las cucharas de palo.
Ahora, si acaso, a medios ricos llegamos,
Hasta la manera de hablar se cambia,
Olvidamos mirar a los ojos, para ver a los zapatos,
Con esa rara extrañeza que olvida los huecos
Que en un ayer pequeñas rocas nos atravesaban.
De pobre me siento bien,
La pobreza es tener menos para derrochar,
Y la riqueza, es derrochar
Lo que el pobre anhela
Para sentirse rico.
Pero si nos hacemos pasito,
Todos deseamos riqueza,
Lo que pasa es que no todos
Nacimos para ser ricos,
Ni todos los ricos desean caer
Para volver a ser pobres.
Raquel Rueda Bohórquez 17 9 16
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