UN PEDAZO DE TIERRA (6)
La tierra donde nací, pudo haber sido en cualquier parte,
pero fue en este planeta donde todavía hay guerras y divisiones, en un trozo de
tierra, un poco de frío, nieve, montañas; le llaman "La tierra del clima
de seda", es muy bello, también hay gente chismosa como en todas partes,
el resto son muy buenas personas...
Caminé varias de sus montañas, trepé por muchos de sus
grandes árboles, del brazo de mi viejo fui muchas veces a misa, a procesiones,
a caminar por ahí, a ver pasar el Suárez, el Chicamocha, el mismo con otros
nombres a medida que tocaba otras faldas de montaña. Los bocachico cola roja,
los grandes y pintados bagres, los chirlovirlo, los gorriones, sinsontes,
toches, aves de muchos colores y trinos, cascadas, luna y sol que parecían
dividirse y correr detrás de nosotros y nuestra cabrita Diana en nuestros
paseos a la Cacica o a la Urana...
Están las montañas más filosas, las cabras más brinconas y
los quesos más sabrosos.
Después de todo, en mi pedazo de tierra se recreó Dios,
reventó las montañas y dejó salir de su fondo las más translúcidas cascadas,
ríos y quebradas.
Por aquí pasó Bolívar con su gente, y continúan pasando
"seres humanos" muy, muy valiosos; casi nadie pelea, sólo se reza, se
peca y se empata, pero pasito, muy pasito...
Aquí la gente se saluda, se ve a los ojos, jamás se miran
los zapatos viejos de nadie, por aquí no se critica la vida del vecino, si
alguien lo hace, no se nota, por aquí no se denigra de las personas ni se
inventan chismes, si acaso, el otro lo niega...
Ésta es mi tierra bella, algún día regresaré sin joyas, sin
adornos, me abrazaré de los pobres que como yo vivimos felices sin mirar a los
pies cuando saludamos; abriré los brazos para mirar a los ojos a mi gente, toda
ésta gente bella que habita mi terruño.
Quisiera ser como mi hermana Rosita, que me sembraran como a
ella, en la tierra, en ese trozo de amor que dejé cierto día, por buscar lo que
no se me había perdido.
Me sembrarán sin empaques, ¿acaso me enteraré de eso?, sin
gastos ni ostentaciones, luego de la manera que siempre lo he dicho, en
posición de bebé, plantaran sobre mí la semilla de un gran árbol que tenga
cambios en cada estación, que lleve muchas flores en primavera, que luego sea
demasiados frutos y nuevas semillas para esparcirme por todo éste pedazo de
tierra divina a la que pertenezco, y que sea arropada por mis propias hojas
secas.
¡Sería increíble!
Raquel Rueda Bohórquez
25 07 16
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