ENTRE LAS NUBES (33)
Tengo una idea: ignorar los comentarios que me asusten,
buscar una semilla, dos o mil y llevar en mi bolso para cuando esté por ahí
caminando, aprovechar el descuido de un solar sin árboles, o una estación donde
haya muerto un roble y abrir un hueco, para que su vida sea la bienvenida a
otros pájaros ausentes y tristes.
Deseo ser la mariposa azul en el bosque más hermoso, ahí
donde vi nacer un manantial y las aves se bañaban; en ese lugar donde vi el
envés ocre de sus alas y quise perseguirla, para perderme entre todo ese mundo
verde, entre toda esa inquietud de aves volando y cantando.
Ver el espíritu del caballo en medio de la llanura, imaginar
que son las nubes y que voy sobre ellas, me cuelo en el sol y no me quema,
bailo ante la luna y nos retratamos todos en un lago que espejea y se mueve con
los sueños del camino.
Pensar que estoy a tu lado, ¿se puede?, ¡permiso mi amor!,
déjame pasar y colarme bajo tus sábanas blancas, ¿tienes frío?, mi pasión
calienta, ésta angustia se desvanece como por arte de magia, mis manos tocan tu
mundo frágil y somos uno al fin, ¡qué bello es el cielo!, ¿ves la entrada al
cielo? ¿O será el infierno?, ¡no puede ser!, vamos por el túnel caluroso,
hacemos estación en un verso, nos pegamos de la inocencia y lloramos luego otra
vez como si volviéramos a nacer en otra madre, siendo ella la misma que nos
tocó en todos los tiempos.
Trepa sobre mí, ¿o busco tu lomo? Amor, ¡amor mío!, la noche
llega y la angustia con ella, algo corroe mis piernas, pero mañana ese dolor se
irá, no habrá calor, es como si me quemaran de a trocitos. ¿Has orado por mí?,
ahora mismo ruego por una sonrisa tuya y reímos los dos, ¡qué amantes raros
somos!, pero aún de esta manera nos amamos, aun así nos sentimos parte de éste
mundo raro que nos ha negado la gracia de tocarnos, pero que nos instaló en el
mismo pensamiento, ahí cabemos con todos nuestros sueños, ahí no habrá
imposibles...
¿Ves el águila que acaba de pasar?, ¿ves las hendiduras en
las montañas?, ¡jamás pensé subir tan alto!, ¡qué hermoso corcel! ¡Qué divino
baila en medio del sol! y ahí tú y yo con ellos, queriendo cantar sin un
rostro, pero volando al fin por ese infinito espacio…
Raquel Rueda Bohórquez
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