PAZ (4)
Paz es contemplar la lluvia, admirar los rayos, pasear por
la falda de una montaña sin miedo a nada, teniendo la certeza de que un
aguacero despejará el camino y crecerá las cascadas...
Paz es aprender que no pertenecemos a otra persona, que
somos seres libres e individuales, que morimos solos y que el otro merece ser
feliz, si a nuestro lado sólo halla tristeza y amargura.
La paz es un asunto de todos y tenemos que estar
involucrados con valentía y compromiso.
La paz es un retiro, un cambio, una pensión que todos
merecemos en algún momento de nuestras vidas, aunque lo justo no haya sucedido,
es importante que pase, no importa que tengamos la cabellera blanca y las
rodillas cansadas; será suficiente con ver sonreír a nuestros hijos y ver a los
jóvenes con otra mirada, sin temor a salir a la calle, sin miedo a cruzar la
esquina.
La paz es hacernos amigos a pesar de las diferencias, es
respetar el diálogo del otro y su pensamiento, sin ofendernos.
La paz es tu boca morena en la mía iniciando el mayor canto
de todos: El canto al amor, así como hacen los mirlos en cada amanecer y lo repiten
con la despedida del sol.
La paz no es una larga discusión para saber quién tiene la
razón, o quién tiene más poder para extenderla.
La paz es un abrazo a tiempo y un silencio obligado, para
que la melodía se entienda y el pentagrama se alargue.
La paz es un chico tocando flauta en un parque y un policía
aplaudiendo.
Cuando aprendamos que la paz no es agresión, todos estaremos
dando el primer paso, pues arma no es sólo la que se dispara para herir,
también se hiere el alma con las estocadas que salen por la boca y son más
mortales que una herida abierta con puñal.
La paz huele a montaña virgen, suena a quebrada, a río, a
mar abierto; tiene alas de gorrión y mirada de águila que sólo toma lo que
necesita, para que los demás también prueben bocado.
La paz es dormir con el estómago lleno y una sonrisa que no
le teme al despertar.
Es caminar por el campo sintiéndonos dueños del paisaje y
amando cada árbol y cada espino; cultivando sin abusar de la tierra y sembrando
árboles, para que no se agoten las acequias.
La paz son las guacamayas de colores pareciendo flores en
las montañas; los mirlos, las flores, los gajos de ciruelo llenos, los
arrayanes, los majestuosos ríos buscando el mar, limpios, sin la basura que a
ellos arrojamos.
Si tenemos ganas de vivir en paz, si nos asiste el deseo de
caminar y de sembrar, de abonar y entregar a los demás, si queremos de corazón,
no es necesaria una firma, es suficiente con la voluntad que cada uno de
nosotros tengamos, porque la paz necesita de humildad, de rodillas dobladas y
manos juntas para que sea al fin una realidad.
Raquel Rueda Bohórquez
30 6 16
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