MINERÍA, ÁRBOLES (21)
“Si hubiera menos sapos y más ranas, las garzas serían
soberanas”
“¡Comunista!”, así me grita alguien porque digo que no estoy
de acuerdo con la minería, y esto quiere decir que no deseo que se exploten las
montañas, que se dañe el paisaje, así digan que la agricultura ocasiona el
mismo daño, creo que sí, sólo que si todo fuera racional, no con ésta demencia
que lleva al mundo a querer destruir lo que ya está, para transformar la tierra
en un llano, todo sería mejor, ¿pero quién frena ésta locura?, ¿de qué manera
gritamos que es mejor comer granos y frutos, que minerales?, ¿quién se come una
esmeralda?, pero habrá quienes se lucran del corazón de la madre, y son ellos
los primeros que gritan e insultan a quienes desean el paisaje, las montañas y
el bosque, en vez de caminos y moles grises de cemento, y no hay excusa para
decir más nada, lo que está, ¡de malas!,
¿pero lo que viene?...
Ayer me sentí una hoja al viento, el vendaval que venía,
conocía de ese color turbio, de las hojas desmenuzadas danzando en esos
remolinos, sabía de ese tibio calor y luego ese frío andando tan loco y
soberbio, como el hombre cuando no acepta razones de otros, y luego nos
aseveran: es que su computador existe
gracias a la minería, es que sus zapatos
no estuvieran, es que su ropa, es que los focos, sabiendo de la energía del sol
y conociendo de otros medios para no causar daño a la tierra, que nos provee de
todo si hacemos un buen uso de ella, plantas, árboles, la energía del sol, y de
todos los soles y brisas que existen.
Siempre alguien, un sapo en el lago, está dispuesto a
desmentir. Nadie quiere dar la razón al otro, y menos a una mujer que ha visto
de qué manera la tierra cambia, y el paisaje se vuelve moles grises y oscuras,
con caminos llenos de terror y muerte, porque pedimos permiso para cruzar una
calle y el salvaje que va dentro del vehículo se olvida que lo que camina por
ahí es un ser vivo, sin importar si humano o animal, y cada día hay menos
esperanzas para las aves y las criaturas hermosas con tendencia a desaparecer,
porque el hombre sigue poblando irracionalmente éste planeta, creen que es su
muladar para descargar sus vicios y ambiciones, y que todo le pertenece, por
esto me siento bien siendo extraterrestre, en un juego que me entristece, en
una lucha por la paz que está ciega, sorda y muda.
Luego viene el hambre, después los mismos ricos riendo de
nosotros, ahora mis tortillas con huevo criollo, un vaso de chicha de maíz,
luego un café caliente, y después de todo esto, retorna la inquietud, ayer nos
salvamos de ese vendaval y la razón es clara: nuestro barrio tiene muchos árboles,
pero nos estaba escogiendo, porque ya han destruido a los fuertes.
Un “algo” cambió el rumbo del remolino chupa manchas, pero al
segundo, todo podría ser diferente.
Raquel Rueda Bohórquez
14 06 16
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