martes, 17 de mayo de 2016

A ESAS HORAS (37)

ESAS HORAS (37)

Escribir a lo que no has dicho; a esas frases hermosas que reservaste para otras, mientras me comía la rabia y renegaba de la mala suerte de haberte conocido, en vez de agradecer por las flores que con pasión o mentira, sembraste en el nicho escondido entre mis piernas.

Me gustaría escribir a esos perfumes que gasté en vano, a esos adornos de mis vestidos transparentes y sus colores pegados de mi carne, en tanto tus manos se desperdiciaban en pulpas usadas y rellenas de plástico.

¿Qué razón tengo para no escribir a lo que no hicimos?, ¿que he sido una cobarde?, ¿qué me encierro en la cárcel de los sueños y divulgo al mundo que nacimos para el amor, más no para que nos amen?, es paradójico y simple, es real, la mujer tiene todas las misiones en el mundo, ella ha de llevar la carga de un hijo en su vientre, ha de gritar por dentro cada dolor y arrancarse las espinas sin gritar.

Me gustaría escribirle a esos momentos en que jadeabas con tu cortesana, a esas caricias que eran mías, pero que pagabas por darlas. Tanto heriste que hasta lo invisible del alma tiene heridas que no cicatrizan, ahora pagas por todo el daño causado y no debo ser mujer para dolerme, hay un poder que es más grande que mi gran pequeñez y con eso es suficiente.

Me gustaría escribirle a mi piel hambrienta de ti, que pasó sed y hambre, que estuvo con su corazón palpitando y las piernas deseosas de abrazarse a tu torso…

A eso que jamás hicimos, a una caricia en la cocina, ¡cuántas veces las pedí!, pero tu mundo no era yo, tu mundo eras tú, tu vida, tu libertad de caballo saltando cercas sin arañarse, con ese disgusto que dejabas en casa, con esos gritos que están pegados de las paredes y que han dañado algo más que las ganas de seguir…

A esos cigarros, a esos humos de la vida que se fueron, a esos brindis que no hicimos y a esas uvas que estuvieron siempre dispuestas, les escribo desde mi aposento, con la soledad como amiga y compañera.

Muestro algo más de mí sin la hipocresía que asiste al mundo, con la libertad que tengo de expresar a mi manera lo mujer que vive en mí; es la razón de una búsqueda que grita desde muy adentro, que estoy viva, que necesito de ti, de ese amor que rebota, parece un balón de caucho que se aleja juguetón hacia otro parque, donde no habita la niña que buscaba moras de castilla en medio de un bosque umbrío.

A esas carreras detrás del mundo, un mundo egoísta y traicionero que nos robó las ganas y el amor con sus mentiras; a esas marusas de toche tejidas en los platanales y a esos pichones que no vimos, por andar como enemigos lanzando espadas, en vez de besos y abrazos. También perdí, pero iniciaste la carrera, ebrio y demente y jamás pude alcanzarte, porque no fui ni siquiera la flor que deseabas en tu alcoba, ni el aroma que provocaba tus ansias locas.

Raquel Rueda Bohórquez
17 5 16





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