lunes, 11 de abril de 2016

PUREZA (55)

A esa pequeña flor
Manoseada en cualquier esquina;
A esa niña que grita hacia adentro
Y sus penas brotan perlas vivas.

PUREZA (55)

En este correr
Quise ser tan pura como una flor
Pero me quedé en el charco
Donde se cuecen los deseos
Y se pierde el fervor.

¡Heme aquí tan silvestre!
Torpes mis dedos escudriñan
Y en ese ocultarse luego,
En ese perderse en desenfreno,
¡Cansancio no más!,
Y ese extraño dolor de rodillas.

Nada es tan fresco como el manantial.
De mi pureza la noche fue testigo
Y ese quebrarse el grito, el ahogarse en mí
Dejó un desteñido rostro
Que a pesar del tiempo recuerda
Ese pecado tuyo en mí.

Me han purificado tus dedos;
Me santifiqué en medio del dolor.

Puras mujeres de plata y porcelana,
Divinas mujeres de rojos escarlatas
Escurriendo versos por las piernas,
Y chorreando angustias por los ojos.

No hay pureza que la maldad no ensucie,
Y en la pesadilla del toro de Bazán,
Perseguida continúa la gacela,
Para entre sus cachos escribir poemas
Y reír luego a carcajadas
De tanta pureza que nos condena.

Raquel Rueda Bohórquez

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