domingo, 10 de abril de 2016

MELANCOLÍA (59) (A)

MELANCOLÍA (59) (A)

Se instaló melancolía en la puerta,
Luego se volvió sonrisa un incipiente huerto
Que se iluminó, al llegar las aves con su orquesta,
Y la brisa con su arrastrar de hojas...

Es la vida ésta sensación de siempre amarte,
De nunca olvidar el prado verde mojado en tus ojos.

Ella es una dama triste
Que borda sueños con pequeñas letras.
Amiga y hermana de Melancolía,
 Que pareciera el diamante que brota por sus ojos,
Y se estaciona en el alma mía.

Tú gaviota errante: ¿en qué roca estás ahora?
Dime si has tocado la penumbra última del universo;
Si es verdad que existen más soles,
Si las estrellas entre más muertas, más iluminan.

Dime si es verdad que muere la carne
Pero que seguimos viviendo en todo tiempo y lugar, 
Siendo al menos, la tenue luz de una lámpara
O esa mariposa en el bosque,
Que al pintar ojos café bajo sus alas,
Se abre luego y nos deja abismados con el azul brillante,
Que por un instante, casi me pierde
En ese bosquecillo de mis fantasías,
Queriendo alcanzar de su belleza tu melancolía,
Para juntarnos luego, y volver a reír en tu blanca mesa,
Tomadas de la mano, aligerando un café con pan tibio,
O simplemente, estar ahí viéndonos en nuestros ojos,
Y adivinándonos en nuestros sueños,
Tan idealizados y tan poco hallados.

Tú Melancolía: si no existieras,
¿De qué manera le recordaría?

Raquel Rueda Bohórquez
10 4 16


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