A esa roca tallada,
Que permanece en el silencio de una alcoba,
O en el rincón de las agonías.
AMANTES EN MÁRMOL (61)
¡Qué hermoso sería fundirnos así, cual barro húmedo!, luego
de calcinarse en ti y tú en mí, ser mármol, roca firme con visos de colores,
obra en negro para un escultor.
Permitir que toques cada rincón de mi pequeño huerto, luego
verme en tus ojos y quedarme ahí todo el tiempo, ese que aún espera, ese que no
sé si nos hallará algún día, o nos estrellará junto a la brisa con el frío
pulido de la ausencia, o ese perfumar siempre de la primavera...
Nadie negará el esmero del escultor, esos instantes de
silencio con sus manos tallando en roca el amor, abriendo piernas, juntando
sexos, iluminando ojos, despejando labios, en el segundo mágico donde el deseo
se estaciona y la obra se funde al fin, para otros que no saben de éste
iluminarse del artista y simplemente se lleva a un rincón su obra, para que el
tiempo cubra la imagen con el polvo cansado de vagar.
Su mano se quedó prendida de su torso, su corazón penetró
todo silencio; ese grito vaga entre los dos, en una dorada estrella, pero nadie
sabe que somos tú y yo soñando con días de amor en un mundo hostil y mentiroso,
que ha jugado con los sentimientos más puros y con los sueños más sinceros.
¡Tállame amor mío, fórmame en ti cual vasija de barro con
las flores silvestres de mi pequeño jardín!; hazme florecer en tu corazón y
perfumar en tu vida, y sonríe.
A pesar de todo, soñar es gratis, y amarnos es una película
con principio, pero con un fin inesperado.
Raquel Rueda Bohórquez
10 4 16
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