EL TÚNEL DE MI COMPADRE/A Benjamín Araujo (59)
Un anciano camina muy lento hacia esa luz, donde
pareciera que un túnel continúa bajo tierra; pero ese resplandor invita a
meditar.
Dan ganas de tocar, de asomar a esa orilla para saber si
continúa o termina; luego caer en ese precipicio, en ese foso donde al menos
una llamarada nos espera.
Imaginamos el infierno, nos contaron que eran flamas que
ardían; la gente está prendida, pero no se vuelve cenizas, es como si el alma
se ajustara a ese calor que no deja de tener su divinidad.
Todo viene de Dios, ¿entonces, para qué me afano?, hasta
el infierno le pertenece, y creo que ahí purgamos algo.
Él es un padre bueno y
justo, nos reprende con severidad, pero jamás nos destruye.
Imagino que al fin de ese tiempo, saldremos de nuevo a la
luz y volaremos por la tierra otra vez, hasta que nos veamos como un espejo iluminado, en el sueño tranquilo de un lago. /esto pensaba el anciano; estaba cansado
y enfermo, y se dirigía hacia ese final de su vida…
Una voz colada entre las montañas gritó a su oído: ¡Te
regresas ahora!, ¿qué te has creído abuelo?, ¿acaso porque te di larga vida
crees tener ganado el cielo? Esa vida te la di, porque siempre pospuse para
mañana tu castigo, esperando cambiaras. A ver, te haré unas preguntas antes de
continuar:
/El anciano se recostó un tanto dentro de ese túnel, no
había cansancio, pero la voz lo indujo a esperar y escuchar…
Inició por decir: Hasta los 7 años te portaste regular,
pero ahí ya sabías cuál era el bien y el mal; entonces iniciaste por ser rebelde
y no acatar a tus padres; todo está bien, cuestiones de la edad, y te dejé
continuar; luego esperé a que tuvieras 15, ¡qué gran tarea la de tus padres para que fueras un hombre!, ¡desordenado desde pequeño!, y pensé: a este
muchacho lo que le hace falta es tiempo, pero ya habías iniciado con esa tarea
necia de masturbarte una y 100 veces, hasta que salías pálido, sin energías ni
para leer un libro, y aquí también pensé: ¡bah, es un muchacho!, y esto también
estaba incluido dentro del paquete de la vida y te dejé un tiempo más…
Vi como iniciaste a manejar las cosas a tu manera, ¡te
creías un hombre!, arrebataste a más de una mujer su dignidad y con carcajadas
lo pregonaste, con uno y otro; y te hacías macho cada vez que podías contar
hasta de qué color tenían sus pezones; también aquí pensé: ¡cosas de hombres!,
creo que dejaré un tiempo más a éste muchacho a ver si aprende a vivir; aquí en ésta etapa, ya tomabas sin control y fumabas sin medida.
Presté atención a tus padres; muchas veces los vi orando
de rodillas, siempre era por tu culpa, ni siquiera prestaron atención a sus
propios sueños, porque eras tú ese sueño ansiado; ¡habían volcado tantas cosas
en ti!, todas sus ilusiones se verían reflejadas en tus estudios y progreso.
Cada lágrima de tu madre la fui juntando hasta formar un
océano, y cada pesar de tu padre lo fui convirtiendo en una montaña; sin
embargo, esperé que ellos tuvieran calma, anhelé que todo pasara, pues quería
ver una sonrisa en sus rostros, y tú, ¡nada que cambiabas!...
Te perdoné una y otra vez, hasta que al fin casi de 20
años te graduaste, te regalaron el cartón, y jamás te enteraste que tu padre
arregló todo, porque estaba cansado con éste cabrón de hijo que le tocó.
Después de 30 años y todavía dando guerra en la casa, preñando mujeres aquí o allá, sin
responder como padre por ninguno de tus hijos, pero también como Dios que soy,
decidí darte tiempo. A quienes aprendieron pronto, regresaron a casa y aquí
están conmigo, ¿piensas que te dejé porque eras mejor que otros?
No trabajabas con juicio, pero te di fortuna, quería ver
cómo administrabas y a quién ayudabas, y seguías pensando que era tuya; me
estaba enojando mucho, permití que guardaras y guardaras tu dinero, te volviste
tacaño y avaro, querías acumular riquezas, pero no veías ni siquiera por sobre
tu hombro; pero te dejé hacer y deshacer, hasta que murieron tus padres, y me
di cuenta que tus sentimientos por ellos no eran los de un hijo. Jamás enviaste
una ayuda generosa; dabas pidiendo permiso, entregabas, pero seguías haciendo
cuentas, ¿tan poco merecían tus viejos?, ¡tacaño!, debiste dejar una pequeña
pensión para que vivieran bien, sin mendigar a nadie nada, pero el dinero te
volvió engreído, lo gastabas en nada, pues seguías acumulando riquezas y riquezas.
¿Recuerdas el día que enfermaste?
-El anciano asintió con la cabeza sin responder.
Bien, ese día quería ponerte a prueba, porque sabía que
algo bueno tenías en tu corazón, estuviste muy grave, y seguías pensando en
comprar lotería, ¿no pensabas acaso que éste sería tu final? ¡Insensato!, y una
ráfaga fuerte azotó su rostro. /el anciano seguía callado sin responder a esa
voz profunda que lo estaba cuestionando.
Ahora estás aquí, ¡no hubo más lotería!, ese dinero se
volverá viento, porque otros que no vivieron con tanta ansiedad como tú, serán
quienes lo disfruten, viajando, conociendo, amando…
¡Ahora vete a la mierda cabrón!
Dios le dio tremenda patada de viento al viejo que ya se
había levantado, y asustado cayó al precipicio…
Un sacudón fuerte y ahí estaba, con los ojos muy abiertos
viendo que el tiempo había pasado y no había sido feliz, con tantas
oportunidades que había tenido de dar y dar y dar, sin esperar nada, pues había
recibido abundancias.
La enfermera le gritaba: ¡Don Anastasio!, ¡Don
Anastasio!, ¡ha regresado a la vida!, ¡el marca pasos empezó a funcionar otra
vez!
El viejo se rascó la cabeza y preguntó: ¿No he muerto?,
¡tenía una horrible pesadilla!, iba directo al infierno, ¿y ahora estoy aquí?
No sé qué sucedió, /dijo la enfermera/ creo que hiciste
una promesa, porque te escuchamos gritar: ¡Todos mis bienes son para el
hospital!, luego firmaste un documento en medio de tus delirios.
¡¡Ni puel hifueputas!! /Gritó el viejo muy alterado…
Ahí quedó, con su mirada extendida, hacia ese mismo
camino sin retorno.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 4/16
¡¡¡Sensacional, comadre Raquel!!! Lo subo a mi blog...(aunque faltó la imagen, ¿no te parece?)...
ResponderEliminar¡Compadre! jajajaja, éste viejito me hizo reír mucho, iba para otro camino y terminó en el infierno, es todo tuyo, gracias por la imagen, leí todos tus poemas. ¡Abachos! Sube lo que desees.
ResponderEliminarLa imagen faltó compadre porque aquí me eliminan todas, entonces no he vuelto a traer nada de otros, hasta las mías las eliminan, no sé la razón.
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