BASTA DE LLORAR (51)
¿Para qué lloramos a un muerto?
Dejemos que repose
En esa calma que le fue donada.
¡Era su hora!, ¡mejor cantemos!
¡Llega la tarde con un amor,
Su aroma me persigna;
Su canto me persigue;
Su faz enreda mi boca
En ese negro topacio,
Y sus manos parecen palomas
Perdidas en mis senos!
¿Me sienten temblar?
¡Qué rico se siente!
Suben y bajan ríos y corrientes,
Y en mi estómago explotan estrellas
Que nadan en mi profundo mar...
¡Basta de llorar!, mejor oremos un poco,
Robemos a la vida un tanto de felicidad,
Porque ahorita puedo ser yo,
Y no quiero sus lágrimas
Si jamás me pudieron amar.
Llora por el verano
Que está secando el estómago
A los niños de la Guajira;
Por los que huyen con ganas de vivir
Y no encuentran un abrazo,
Ni un rincón para acampar sus penas.
Llora por los bosques y las aves
Que han perdido su árbol
Y deambulan de aquí para allá,
Como niños sin destino.
¿Ven que hay más por quién llorar?
Los muertos han dejado de sufrir,
Ahora ríen su carnaval
Arriba de las estrellas,
O puede ser que navegan
En un estómago nuevo,
En medio de gritos ahogados
Y calambres luego.
Llora por ese mañana incierto
Que le espera al bosque
Y a nuestros nietos.
Por esas sombras oscuras
Que diseñan maneras de matar la vida
Y de herir la muerte.
Pero no lloremos a los muertos:
¡Ya no más!,
Dejemos que su recuerdo
Los mantenga vivos
En nuestro corazón.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 5/16
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