EL NIÑO
ENTRE LAS ROCAS (14)
¿Para qué
nos mentimos?
Trato de
obviar imágenes
Por la
crudeza que imaginamos tapar
Con ese
¡feliz navidad!,
Pero me
suena a un canto gastado
Disfrazado de
vanidad.
No dañaré el
júbilo y buena fe de nadie,
Taparé mis
ojos y mis oídos.
¡Dios,
Dios!, ¿en dónde estás ahora?
Caen y caen
llamas que hieren
Y suenan
cohetes que no son de mentiras.
Pasamos con
tanta arrogancia
Que la
vanidad destiñe mis lágrimas
Y ante tu
roca fuerte que son miles,
Se resguarda
mi esperanza.
¿En dónde
estás que no te veo?
Son ojos que
no ven, bocas que mienten,
Dicen amar
pero se arman de corazas que roncan fiereza,
Y su corazón
no existe, él se desarma a ratos,
Nos mira y
dice: ¡pobrecito!, y pasan...
Nuestro
corazón se despedaza
Brillan nuestros
ojos, se reseca la garganta
Viendo a un
azul lejano que toma nuestra alas
Y las cubre
de luz en una mañana cualquiera.
¡Navidad!, y
no cabe más gente en los almacenes,
No compran
ropa, sino marcas,
No visten
trajes sino ropa destrozada a propósito,
Pues ser
pobre se volvió moda,
Y el perfume
entre más costoso
Más nos hará
elevar el rostro sobre Jesús,
Quien permanece
crucificado.
¡Feliz
navidad!, pero Señor mío,
¿Cuándo en
verdad el mundo atrapará tu mensaje?
¡Amor!,
¡amor!, que llueva amor sobre sus almas
Y de sus
oscuridades brille más de una estrella
Para que mis
ojos puedan hallarte
Y mi
garganta calmar ésta sed de siempre.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 25/15
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