UN 31 DE
DICIEMBRE (3)
No tengo
sueño, no me enredaré pensando que el año termina, porque es un continuar. Terminaron
de caer las hojas del ayer, pero siguen brotando otras, y las ilusiones se sirven
a la mesa cual espumoso vino.
Dios mío,
gracias por todo el tiempo que me has regalado, perdona por mis quejas, por ese
cascajo que voy dejando en el camino, y por toda espina que hirió la carne tuya
y mía.
No quiero
pensar en navidades, pues siempre aparece la nostalgia de todos esos años
compartidos en verdad como familia, al lado de mis viejos, de mi sobrino y de
tantos tíos y primos que ya no están en ésta vereda.
¿Pero qué es
el tiempo?, siempre nos inventamos historias para que la vida tenga sabor y
color, y entonces vamos a brindar por ello, que suenen todas las copas y que venga
lo que venga, siempre pediremos un día más, un mañana prometedor que tal vez no
llegue, o que si aparece, sea la bendición más grande.
Quiero
abrazar éstos segundos de vida, me siento afortunada, mientras sobrevivía una y
otra vez a pesar de los odios y envidias de otros, no puedo negar que hubo una
mano prodigiosa en cada segundo de mi vida y la de mis hijos, que nos
levantaron y nos hicieron limpiar el rostro, los ojos están brillantes hoy, no
tengo deseos de llorar, y esto ya es demasiado bueno para ser verdad.
Gracias a ti
mi Rey por despertarme temprano, por la ausencia de sueño, pues me permite
alargar mis días, vivir eternas sonrisas en medio de tanta pobreza que a veces
nos asiste, somos pobres para abrir los brazos y amar, somos mentirosos y buscamos
acomodos, ¿cómo nos sentimos cómodos despreciando a otros?
Un
despertar, ante todo viendo que el año no se despide. Es un día más con otras
sorpresas, y el viento toca mi hogar con alegría inmensa, abrió mi puerta, los
perritos se inquietaron, ayer también sucedió, a pesar de estar con seguro,
¿quién desea que esté con los ojos abiertos a toda hora?
Soñar, ¿para
qué soñar si estoy despierta?, hay un sueño que está lejos de mí, es un sueño
de amor que tiene cabellera de plata, parece la cúpula de una montaña en donde
duermen necias aves blancas, bonitos ideales eternos.
Comienza el
día, doblan las garzas sus patas largas, inician las aves a trinar, y el sol,
mi amante coqueto, corre hacia el Magdalena y se acerca amoroso a mi ventana,
te veo en mi mesa, me ves y tu sonrisa abarca mi pequeño corazón.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
31 de diciembre/15
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