miércoles, 30 de diciembre de 2015

TE INVENTÉ (6)

TE INVENTÉ (6)

Te diré un secreto: anoche soñé contigo, estábamos en un sitio parecido a una montaña, no recuerdo tan bien, pero había un tipo tocando esa música hermosa que me gusta, con sonidos a bosque, a paz. 

En un momento, tenía a un bebé parecido a una ardilla, en mis manos, de negro y blanco, parecía un hermoso peluche, luego la coloqué en las tuyas para que la acariciaras. Ahí sentí que no tocabas al cachorro sino a mí, y en ese pequeño toque en mi sueño, sentí que el amor es muy grande y que puede traspasar todas las rocas y espinas del universo.

Has reparado mis alas, has tocado algo más que mi alma, cada día escucho en el ruido de las hojas secas, que la vida es una danza con muchas alegrías y hartas tristezas. Sin importar, es bella, y ese conjunto de ruidos contigo en ellos, la hace aún más hermosa. Debe ser, porque vivir es el sueño más perfecto de todos.

Otro día en este mismo sueño, mi Rey fabricó un castillo para mí, me ha regalado flores, sus aromas vienen con el pensamiento que los atrapa y los envuelve en un abrazo. Sus letras parecen lágrimas, siempre te dicen algo, alivian esas penas viejas tan amargas.

Mi Rey no tiene corona de espinas, es un Rey que vive en la tierra, en éste palacio de mi corazón que se llena de sonidos si apareces, y silencia un poco, para que nadie descubra un secreto de amor que cada día se crece.

Es un hormigueo en mi carne de insectos pequeños que tienen su fábrica en mí y su estación primera es mi corazón, en donde nacen todas las fantasías que traen esas pequeñas sobre su cabeza, parecen trocitos de hojas que volverán hongos y licor, para emborracharme con cada ilusión que halle, en los senderos rocosos de la existencia.

Quiero amarte, y que sea testigo el sol, hasta que dure éste consuelo para dos. Eso nació en ésta misma arboleda, aquí se crecen las amapolas junto a esas imágenes necias que tienen carita feliz ante tu mirada.

Mi amor, el poeta, puede tocar hasta mi alma sin que nadie se entere. Él me visita en sueños, llega en la noche, tranquilo, me ama todos los segundos, y no tengo que rogar una caricia, porque su presencia es parecida a un beso de sol sobre un pájaro herido.

No puede mentir el viento si un ave extiende sus alas, no puede mentir el cielo si un lago es bañado con la luz del sol, no puedo callar ahora que todo viene de Dios, que somos su espiga en ésta inmensidad, con adornos a música y rayos de luz de divina claridad.

Amor, ¿qué significado tiene en verdad?, parece la espiga dorada en donde se posa un peregrino de alas grises y entona una oración con sus alas extendidas, luego picotea de la semilla que se le ofrece y vuela hacia su pequeño altar bajo las ramas, con el pico lleno y el alma inflamada.

Es así de simple, el amor es la flor más olvidada por todos, pero sentida por alguien al descuido, en ese aroma único que atrae a un solitario, que sin buscar le halla en su camino, ¿acaso importa que sea soñado?

Puedo idear un amante, inventarte a mi acomodo, crecerte en mi corazón y transportarme contigo en un perfume, sobre espigadas ramas que se bordan cerca de una cascada.

¡Qué hermoso eres!, te inventé para mí sola, aquí no vendrá una coqueta con su zalamería a robarme tu amor, no será ladrona como siempre, sino que te desaparezco si quiero, si deseo no ensoñarme más contigo.

¿Viste qué fácil y económico es fabricar tu amor, en éste enredo que tengo en el pensamiento?

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 30/15



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