EN LAS 3 AVE
MARÍAS (5)
A veces, o
casi siempre, nos quejamos, pero hay un ejemplo colgado de una esperanza, con
ese trasegar continuo, más envidiamos esa libertad, ese vivir con desapego a
todo lo material, menos a seguir luchando y sobreviviendo, en medio de un mundo
cada vez más de cemento.
¿Por qué
razón?, ahorita estuve charlando con el tipo que estuvo con su negocio en el
parque 3 Ave Marías por más de 22 años. Ya no está en su caseta, sino que
arrastra una bicicleta con tarros de café, su negocio ambulante para un hombre
que toca la ancianidad.
Permitimos
una iglesia, luego se tragan casi un cuarto de parque con algo de otra empresa,
está la policía, está la estación de taxis, pero al más necesitado de todos, se
lo llevaron lejos, le dieron un millón para surtir, /es un mercado de clase
media, y nadie, según él, compraba. Le tocó cerrar y la mercancía vencida.
Ahora, viejo
y cansado, tiene que arrastrar otra carga para sobrevivir, esto es lo que se
vive, ¡una desigualdad social tan grande!
¿Qué pasaba
si dejaban ese rinconcito para trabajar?, ya tenía 22 años de estar ahí, nadie
había decidido echarlo, pues más que un estorbo, era un servicio para quien pasaba
por ahí a tomar un tinto o a comprar semillas para alimentar a las palomas.
¿Esta es la
clase de paz que estamos fabricando?, todo es apariencia, que se vea bonito, pero
el señor del parque no lucía con los columpios ni las plantas nuevas que
trajeron para adornar, esa es la única realidad en éste mundo de hipocresías,
mentira y apariencias.
¿Tan pronto
olvidamos que estamos aquí para morir, y eso no tiene rebaja ni estilo?, la
muerte nos combina a todos por igual, ¿entonces? así como admitieron a otros,
él también tenía derecho a un espacio para sobrevivir, es obligación ayudar,
pero que esa ayuda sea tendiente a una mejoría de su situación, no a empeorarla.
Regresa en
su bicicleta, es una carga demasiado pesada, vive muy lejos, pero ahí tiene su
clientela de muchos años, luego se va cuando llega la tarde, exponiéndose a los
vehículos y a los peligros.
¡No es
justo!, su navidad es muy triste, así la de tantos cartoneros que vemos por ahí
a diario, y esa imagen de unas personas cruzando por una cuerda, hasta llegar a
su veredita con una carga tan pesada, que a veces ni se siente, pues están
acostumbrados a ésta lucha.
No olvidar
las 3 Ave Marías,
Golpes de
pecho,
Y la
confesión.
¡Borrón y
cuenta nueva!
¡Bendito sea
Dios!
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre/15
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