miércoles, 30 de diciembre de 2015

EN LAS 3 AVE MARÍAS (5)

EN LAS 3 AVE MARÍAS (5)

A veces, o casi siempre, nos quejamos, pero hay un ejemplo colgado de una esperanza, con ese trasegar continuo, más envidiamos esa libertad, ese vivir con desapego a todo lo material, menos a seguir luchando y sobreviviendo, en medio de un mundo cada vez más de cemento.

¿Por qué razón?, ahorita estuve charlando con el tipo que estuvo con su negocio en el parque 3 Ave Marías por más de 22 años. Ya no está en su caseta, sino que arrastra una bicicleta con tarros de café, su negocio ambulante para un hombre que toca la ancianidad.

Permitimos una iglesia, luego se tragan casi un cuarto de parque con algo de otra empresa, está la policía, está la estación de taxis, pero al más necesitado de todos, se lo llevaron lejos, le dieron un millón para surtir, /es un mercado de clase media, y nadie, según él, compraba. Le tocó cerrar y la mercancía vencida.

Ahora, viejo y cansado, tiene que arrastrar otra carga para sobrevivir, esto es lo que se vive, ¡una desigualdad social tan grande!
                                         
¿Qué pasaba si dejaban ese rinconcito para trabajar?, ya tenía 22 años de estar ahí, nadie había decidido echarlo, pues más que un estorbo, era un servicio para quien pasaba por ahí a tomar un tinto o a comprar semillas para alimentar a las palomas.

¿Esta es la clase de paz que estamos fabricando?, todo es apariencia, que se vea bonito, pero el señor del parque no lucía con los columpios ni las plantas nuevas que trajeron para adornar, esa es la única realidad en éste mundo de hipocresías, mentira y apariencias.

¿Tan pronto olvidamos que estamos aquí para morir, y eso no tiene rebaja ni estilo?, la muerte nos combina a todos por igual, ¿entonces? así como admitieron a otros, él también tenía derecho a un espacio para sobrevivir, es obligación ayudar, pero que esa ayuda sea tendiente a una mejoría de su situación, no a empeorarla.

Regresa en su bicicleta, es una carga demasiado pesada, vive muy lejos, pero ahí tiene su clientela de muchos años, luego se va cuando llega la tarde, exponiéndose a los vehículos y a los peligros. 

¡No es justo!, su navidad es muy triste, así la de tantos cartoneros que vemos por ahí a diario, y esa imagen de unas personas cruzando por una cuerda, hasta llegar a su veredita con una carga tan pesada, que a veces ni se siente, pues están acostumbrados a ésta lucha.

No olvidar las 3 Ave Marías,
Golpes de pecho,
Y la confesión.

¡Borrón y cuenta nueva!

¡Bendito sea Dios!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre/15







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