YO POTRANCA
(7)
Pienso que
puedo volar sin tener alas, me doy cuenta que soñar es regalado, extiendo esas
alas del pensamiento, para tocar tu corazón y en ti hallarme...
Hay una
estancia en donde cabemos todos y se llama espacio, es intocable, pero ahí está,
nos cobija, nos abarca, nos extiende, es como una polvareda besada por el
viento, se agita, se revuelca, se apacigua y desaparece…
Es ahora en
que pienso que el amor más sublime es el de una madre, somos piel de su piel y
sangre de su sangre, su grandeza es la infinitud de su amor, que nos cobija
hasta después de ese frío que se roba su pupila, para llevarla cerca de Dios.
Me atengo a
pensar que mi padre colocó parte de mis ojos y éste corazón rebelde, que se
inclina a pesar de todo, hacia ese lugar donde se fabrica el amor y se expande,
como una onda que fabrica una gota de rocío sobre un lago en quietud.
Corro ahora
detrás de mis sueños, no son tan grandes que no pueda alcanzarlos, ni tan
pequeños que no pueda abrazarlos, todo es cuestión de esperar, pues la
paciencia de una roca es su fortaleza, y la de un caballo es su nobleza.
Es un gajo
dorado mi existencia, una hoja verde o seca. Si la brisa se antoja, me
derribará, pero antes, danzaré hacia tu falda abandonada a tu gracia.
Sigo soñando
y me quedo en tu pecho, me gusta tu olor a macho, paso mi lengua por tu cuello,
luego sacudo mis patas y me pierdo con esa arrogancia de potranca a seducirte
arriba de la cuesta.
¡Has
llegado!, cada una de tus caricias invita a mis ancas a una oración, ¡Ahhh!
¡Cómo relinchas mi caballo!, no quiero perder esa apuesta que hice por ti, para
quedarme el tiempo que me regale la vida a tu lado.
Soñar, reír,
cantar, ¿qué tanto puede costar?, ¿qué tanto mal nos hace llorar?, se limpian
los ojos, y al mirar los tuyos, todo es un enorme pastizal…
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 30/15
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