jueves, 31 de diciembre de 2015

SANCOCHO DE VIDENCIAS (1)



SANCOCHO DE VIDENCIAS (1)

Ese día, la vidente me lo dijo, de esto hace más de 12 años, no me sorprendió pues ya lo sospechaba, 12 años después me lo repite, mi hermano difunto, luego mi otro hermano, después me lo contaron sus ojos, ahora tengo un diálogo directo con Dios y me dice que estoy en lo cierto, pero que con mis ojos veré la recompensa al impío, y esto me asusta un poco. Decido perdonar ahora y lo hago en serio, ha sido demasiado para éste cuerpo tan pequeño, pero mi alma se ha fortalecido, pocas personas en quien confiar, pues siempre señalan sin saber las espinas que tiene mi corazón. Poco a poco tengo que aprender a callar, tragar y a esperar con paciencia...

A veces la imaginación no es tan perversa si el tiempo termina dándonos la razón, ¿será que alguien se mete ahí y nos avisa?, nada hay oculto bajo la luz del sol.

¿En qué pensaría el músico, al componer ésta melodía? Toda iluminación viene del silencio, de la soledad, del cansancio o de la felicidad.

 ¿Hemos visto a un pájaro después de la lluvia?, sus composiciones son de contento, y alardean de rama en rama, de flor en flor, cantando y cantando, sin pensar, pues todo está en esa garganta mágica, todo en el sol que les ha de hacer brillar.

Otro día se vale para una sonrisa y otro abrazo, para creer que no todo es para siempre, que ahora ríen de ti, o de mí, y la historia se repite generación tras generación, sin aprender lecciones ni acatar consejos.

Pero sí me aconsejo, no seguir calando en la misma roca como una gotera, quiero que termine ésta loca historia, que mi hija arme su nidito de amores y que esté ahí sin ser metiche suegra, dejándolos vivir su historia, ¡eso sí!, que no me odien, porque con la ración que he recibido es suficiente, que me soporten un poco, no soy tan caníbal como pintan a las suegras, que después de que parieron a sus hijos, las nueras que son las más perversas, terminan haciendo que los hijos las desprecien, ¡que Dios me libre!

En esas videncias, imaginó mi retorcida y cobarde mente, que estaban planeando una comida con veneno, esas miradas extrañas tienen un poco de hielo, ahí se retratan los muertos si ven sus carcajadas, pero antes de que se disparen sus deseos, mi amor ha tocado mi corazón y ha empujado mi vida hacia sus brazos.

¡Navidad!!, ¡Navidad!, acércame a tu ventana y dime que Dios acaba de llegar, cierro los ojos y le hallo si a la luna fresca de ahora voy a contemplar, pegada de sus rayos luminosos.

Será como un buen árbol viviendo en sus semillas, esta es la incoherencia de cada letra, aquí o allá, en donde se me antoje empujar mi barquita de papel, y no es cuestión de videncia, es que la brisa es quien manda, ella es la dueña del universo, sin figura, sin ojos ni boca, sostiene nuestra vida con su aliento, mantiene a esa gran lámpara en el ponto siempre encendida, sin agotarse siquiera.  De niña, creía que era un hilo que sostenía Dios para que no cayera sobre la tierra, pensaba que era una cometa que me perseguía sobre las montañas, un gran balón de oro que jugaba a las escondidas con los niños.

No seamos reptilianos, ni grises, de tanto leer sobre extraterrestres ya los estoy viendo rondar por mi casa, es otra videncia que me angustia, ¿quieren mis cosas?, ¡trabajen!, así como me ha tocado en la vida, pero si pueden venir y hacerme tragar otra vez el veneno que guardan sus corazones, ¡sean bienvenidos!, ¡ésta vez viviré más pendiente de ese rechinar de dientes que los hace tan diabólicos.

La naturaleza jamás equivoca su misión, pero nosotros siempre vivimos equivocados, es por ser tan ambiciosos, por vivir poco, y mendigar mucho. ¿A quién mendigamos amor?, el amor es mi sol de la tarde que me regala sus flores rosa, todo da, nada recibe, su corazón es la bondad que suspira rayos de luz y nos hace doblar las rodillas.

¡Es tan divino!, a las 2 de la tarde de éste día, dicen que último del año, me ha regalado una flor, me señala que vive enamorado de la luna, quien lo espera con un vestidito de seda, tan claro y transparente, que puede adivinar que su alma es como el cristal que fabricó el color del agua.

Y me pregunto siempre: ¿por qué, si tenemos el alma tan igual, somos tan imperfectos?

El amor es invisible a los ojos, es decir te quiero con una caricia al descuido, decir te amo, si levantas el rostro, y te das cuenta que te acompaña el cielo y además te regala un ramo de flores.

 ¿Quién me dice que mi amor no me dijo que tomara mi cámara, que me daría una sorpresa?, es regalón y sabe comunicarse en medio de una gran soledad, que se convierte en la más acompañada de todas mis navidades si estoy en su presencia.

¡Y si pudiera detener el tiempo!, si en éste leve espacio en que no estás, regresaras esa brevedad, ¿qué te diría?, creo que bastaría con saber que fuiste madre un día, y suficiente con enterarme que mía, para fundirme en ti con el más sublime de los abrazos y quedarnos así, tomadas de la mano, viendo correr de nuevo las aguas del Magdalena...

Y la rosa escribió de lo que tenía su corazón, más sus espinas rozan, hieren y lastiman.

Una bruja levantó vuelo y me quedé con una gran sonrisa y ese extraño pensar, en que los amigos dejan de existir cuando asoman un par de huevos en el horizonte; me hace creer tal videncia, que conozco el sitio exacto donde anidan las águilas y fecundan las hienas.

Pero aquí lo que ha fecundado es la esperanza de un nuevo día. ¡Dios gracias!, porque estoy aquí otra vez y puedo verte dando colores al mar y diseñando margaritas rojas para mí, alrededor de tu rostro.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 31/15






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