ESPADAS
[77]
Y vi su espíritu, era una mujer, un
ángel con su espada de victoria, blanca como las nieves de la montaña, y
emergía de la tierra, se elevaba con poder, y ese poder era ahora una espada en
su lengua, no cualquiera puede usarla, porque la lengua del hombre daña, más la
suya es más cortante que una espada de dos filos, y tan certera, que te pondrá
de rodillas pidiendo perdón.
No permitamos que nuestra espada esté
sobre la de Él, sino que su espíritu nos domine, que hable por nosotros,
para que todo mal sea sanado tan solo al pensar su nombre, y así, aunque muchas
espadas nos hieran, la de su palabra sanará, nos volverá valientes, dispuestos
a derrotar toda iniquidad, y la ruina jamás tocará nuestra puerta, porque antes
de que una espada se lance, la misma se devolverá con fuerza y poder de lo
alto.
Así las cosas, hoy amanecí dando
gracias a mi Rey, desperté con el mismo ruido, pero una claridad en mis ojos y
en mi espíritu, me permiten ver más allá de la oscuridad de otros.
Aquí no hay demencia, Él me utiliza
porque soy su oveja mansa, y me sigue cargando, siento su mano sobre mi lomo, todo
son caricias y besos, tengo deseos de dormir en sus brazos y al segundo, ansias
por balar, correr y brincar...
¿Quién puede tener miedo ahora?
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 2/15
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