sábado, 3 de octubre de 2015

GORRIONES [78]

GORRIONES [78]

Los gorriones se contentan con poco, ¡y son tan felices!, no tienen las angustias ni el afán del ambicioso, con nada sacian su hambre, quiere y quiere, y entre más tiene, más desea.  

Llega un momento, en que la palidez cubre su rostro como nieve a las montañas, y se da cuenta que no buscó lo más importante, que ansiando tener, se olvidó de su real motivo: amar...

Quiero aprender a vivir como un gorrión, parecerme a ellos, ser humilde para dar gracias a Dios, por cada grano que caiga sobre mi mesa,  que aprenda a tomarlo como ellos, contentos, agradados porque jamás ha faltado un trigal, y menos, una miga de pan en cualquier rincón, y volando, con ese corto vuelo que no ambiciona más, regresa a su pino que adorna una roca, y debajo un muerto abona la tierra, para que resucite vida en abundancia sobre su rostro.

Salta mi corazón, al recordar sus manos recogiendo migas para ellos, y bajaban cantando cortas melodías, con sus alas abiertas, y su copete de rey arriba del huerto.

Nuestro hermoso gorrión dio ejemplo, porque en la humildad de su hogar, con una estera en el piso, un caño donde lanzaban basura, él lo imaginaba un río, y ahí viendo correr nubes y anidar pájaros, sonreía, y su sonrisa era un canto tan hermoso, que iluminaba su rostro y bendecía los nuestros.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, octubre 3/14

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