Mi joya
EL SITIO DE OTROS
[4]
Un chico muy
asustado en un rincón, mirando a todas; su corazón quería salir de su pecho, 22
años, belleza, juventud y ante todo, mucho miedo.
Gritó a los que
estaban ahí, en medio de ese mundo de gentes angustiadas que iban y venían, en
hospital público, ¿acaso se detiene una mirada?, pero sí, he visto que frenan,
muchas manos se mueven, muchos corazones
se agitan por ayudar a otros, también por ahondar esas heridas, cuando no se
trabaja con amor, y se equivoca la misión.
¿¡Será que
alguien me puede regalar un abrazo!? Lo dijo así, de repente, con sus ojos
desorbitados y el rostro muy pálido, todos miraron asustados, nadie dio un paso
adelante, porque hay mucho prejuicio, y más, si no aprendemos que las enfermedades no se
contagian con una mirada, o un abrazo, y que no sabemos el camino hasta donde
nos lleve, que un día cualquiera podemos estar en su lugar.
Entre la multitud,
una hermosa chica de ojos azules lo vio, se miraron y se abrazaron por largo
rato, dijo que sentía su corazón cómo se movía, tenía miedo, iniciaban su
tratamiento contra el Sida, un abrazo marcó la diferencia entre la multitud.
¡Dios te bendiga!, a
esa niña que dejó de lado su pequeñez para volverse grande en medio del dolor.
Es otra de las
historias que mi hija trae y que me
conmueven, no puedo menos que dejar su relato, un pequeño recuerdo, porque no
equivocó su misión, creí que sería comerciante o diseñadora de modas, tal vez
sería vendedora de flores o fabricante de joyas, pero jamás pensé que se
inclinaría por la enfermería, siempre veía programas de médicos,
cirugías, enfermeras; no me había dado cuenta que tenía claro todo desde muy
niña, pero además que Dios regalaría sensibilidad para tratar a los demás.
Entre sus planes
están los perritos de la calle, pues en su andar siempre tropieza con ellos,
heridos y enfermos, y una carga de alimento le acompaña, además de un bulto de
sueños.
Me siento orgullosa
de ella, mi gordita es una joya en medio de una multitud que pasa sin mirar y
mira sin ver, Dios me ha bendecido con buenos hijos, no me había dado cuenta
que soy en verdad, una mujer muy rica.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, octubre
30/15
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