viernes, 30 de octubre de 2015

EL SITIO DE OTROS [4]

Mi joya


EL SITIO DE OTROS [4]

Un chico muy asustado en un rincón, mirando a todas; su corazón quería salir de su pecho, 22 años, belleza, juventud y ante todo, mucho miedo.

Gritó a los que estaban ahí, en medio de ese mundo de gentes angustiadas que iban y venían, en hospital público, ¿acaso se detiene una mirada?, pero sí, he visto que frenan, muchas manos se mueven,  muchos corazones se agitan por ayudar a otros, también por ahondar esas heridas, cuando no se trabaja con amor, y se equivoca la misión.

 ¿¡Será que alguien me puede regalar un abrazo!? Lo dijo así, de repente, con sus ojos desorbitados y el rostro muy pálido, todos miraron asustados, nadie dio un paso adelante, porque hay mucho prejuicio, y más, si  no aprendemos que las enfermedades no se contagian con una mirada, o un abrazo, y que no sabemos el camino hasta donde nos lleve, que un día cualquiera podemos estar en su lugar.

Entre la multitud, una hermosa chica de ojos azules lo vio, se miraron y se abrazaron por largo rato, dijo que sentía su corazón cómo se movía, tenía miedo, iniciaban su tratamiento contra el Sida, un abrazo marcó la diferencia entre la multitud.  

¡Dios te bendiga!, a esa niña que dejó de lado su pequeñez para volverse grande en medio del dolor.  

Es otra de las historias que mi hija  trae y que me conmueven, no puedo menos que dejar su relato, un pequeño recuerdo, porque no equivocó su misión, creí que sería comerciante o diseñadora de modas, tal vez sería vendedora de flores o fabricante de joyas, pero jamás pensé que se inclinaría por la enfermería, siempre  veía programas de médicos, cirugías, enfermeras; no me había dado cuenta que tenía claro todo desde muy niña, pero además que Dios regalaría sensibilidad para tratar a los demás.

Entre sus planes están los perritos de la calle, pues en su andar siempre tropieza con ellos, heridos y enfermos, y una carga de alimento le acompaña, además de un bulto de sueños.

Me siento orgullosa de ella, mi gordita es una joya en medio de una multitud que pasa sin mirar y mira sin ver, Dios me ha bendecido con buenos hijos, no me había dado cuenta que soy en verdad, una mujer muy rica.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 30/15







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