EL REY DEL VIENTO [5]
Si me permites seguir el ritmo de tu
corazón, entonces entenderé cuál es el principio y el fin de la brisa.
Abro mis alas y te busco, todo es
azul, tan infinito, ¡tan de Dios!, pues aunque se quiebren en cada vendaval,
sabré que las repararás, y que otras nuevas vendrán en mi ayuda.
Voy por ésta inmensidad; parezco un
punto en medio de incontables luces y sueños, todo parpadea, somos perfume que
penetra un lago, somos brizna de un incendio, somos tú y yo, creados para
juntarnos ahora, o para desvanecernos en medio de un sonar de alas
agitadas por tu voluntad.
Y te veo, ¡qué arrogante eres!,
descubro que tienes cumbres, que guardas en tu pecho todos los manantiales y
todos los ríos, que eres uno solo para mí, para todos, arqueando tu rostro de
colores en el más divino de los aguaceros, para demostrarnos que nadie más que
tú puede ser grande.
¿Quieres que mi anhelo sea el tuyo?,
mira hacia mi horizonte, ahí estaremos cuando todo termine; hasta ahí nos
juntaremos en un remolino de hojas, de flores secas, de versos y poemas...
Me veo en tu espejo, ¡qué pequeñez!, ¿qué
soy?, luego entre tus ondas, un beso, después una ola me hace subir de
nuevo y un colorido pez invita a una oración en medio del océano, ¡y vuelo!, ¡sigo
volando!... sigo agitando la bandera que me has dado y me cubro con tu amor
cual de nubes el cielo.
Repito las mismas letras, ¿no es
acaso un grano de arena igual a todos los incontables que descansan en la
playa?, pero cada uno es independiente, puede ir y venir con el mar, puede marcar
una huella y tú borrarla.
¿Se repiten las olas y las gotas de
rocío?, son únicas, así cada pluma que cubre mi desnudo cuerpo y cada palpitar
del corazón.
¡Que se oscurezca el cielo ahora! ¿Puedo
contar las estrellas?, dicen que están muertas, pero es ahí cuando vemos lo
brillantes que son, es ahí negro hermoso, que adivino más claras tus
perlas, y esa mágica sonrisa, llena de luz lo pálido de mi existencia.
Acuso recibo de tu amor, tan infinito
que no puedo sopesar mis culpas, por no descubrir que una mariposa es la
metáfora del viento, y tu amor, trío y unidad en ella, tú mi cárcel en donde se
fabrica vida.
Es ahí, en el silencio y en la
soledad, que he descubierto que eres el Brujo que ha pintado de colores mis alas,
y en un instante me puedes desaparecer, sin agitar esa bandera que dejé de
lado, por vivir pendiente de sueños que no serían, y de seres que no amaban.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 30/15
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