viernes, 30 de octubre de 2015

EL REY DEL VIENTO [5]


EL REY DEL VIENTO [5]

Si me permites seguir el ritmo de tu corazón, entonces entenderé cuál es el principio y el fin de la brisa.

Abro mis alas y te busco, todo es azul, tan infinito, ¡tan de Dios!, pues aunque se quiebren en cada vendaval, sabré que las repararás, y que otras nuevas vendrán en mi ayuda.

Voy por ésta inmensidad; parezco un punto en medio de incontables luces y sueños, todo parpadea, somos perfume que penetra un lago, somos brizna de un incendio, somos tú y yo, creados para juntarnos ahora, o para desvanecernos en medio de un sonar de alas agitadas por tu voluntad.

Y te veo, ¡qué arrogante eres!, descubro que tienes cumbres, que guardas en tu pecho todos los manantiales y todos los ríos, que eres uno solo para mí, para todos, arqueando tu rostro de colores en el más divino de los aguaceros, para demostrarnos que nadie más que tú puede ser grande.

¿Quieres que mi anhelo sea el tuyo?, mira hacia mi horizonte, ahí estaremos cuando todo termine; hasta ahí nos juntaremos en un remolino de hojas, de flores secas, de versos y poemas...

Me veo en tu espejo, ¡qué pequeñez!, ¿qué soy?, luego entre tus ondas, un beso,  después una ola me hace subir de nuevo y un colorido pez invita a una oración en medio del océano, ¡y vuelo!, ¡sigo volando!... sigo agitando la bandera que me has dado y me cubro con tu amor cual de nubes el cielo.

Repito las mismas letras, ¿no es acaso un grano de arena igual a todos los incontables que descansan en la playa?, pero cada uno es independiente, puede ir y venir con el mar, puede marcar una huella y tú borrarla.

¿Se repiten las olas y las gotas de rocío?, son únicas, así cada pluma que cubre mi desnudo cuerpo y cada palpitar del corazón.

¡Que se oscurezca el cielo ahora! ¿Puedo contar las estrellas?, dicen que están muertas, pero es ahí cuando vemos lo brillantes que son, es ahí negro hermoso,  que adivino más claras tus perlas, y esa mágica sonrisa, llena de luz lo pálido de mi existencia.

Acuso recibo de tu amor, tan infinito que no puedo sopesar mis culpas, por no descubrir que una mariposa es la metáfora del viento, y tu amor, trío y unidad en ella, tú mi cárcel en donde se fabrica vida.

Es ahí, en el silencio y en la soledad, que he descubierto que eres el Brujo que ha pintado de colores mis alas, y en un instante me puedes desaparecer, sin agitar esa bandera que dejé de lado, por vivir pendiente de sueños que no serían, y de seres que no amaban.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, octubre 30/15 







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