AFANES
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Pasando por ahí,
descubrí en una veredita a un caracol y a una hormiga; su diálogo era el silencio, cada una en su aposento,
cada quien en su afán.
El caracol su casa
prestó, para ser una montaña, y al otro lado la hormiga pudiera cruzar.
La hormiga me
enseñó, que no hay que ir tan aprisa, que basta el afán del día, el descanso de
la noche, y suficiente un despertar...
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, septiembre
30/15
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