INOCENCIA SE NOS VA 4 [39]
4.1 COMO ALMA QUE LLEVA EL DIABLO
Nada bueno buscaba esa mujer, ¿a qué
venía de visita, sabiendo que el tipo le había propinado cipote de tunda?, lo
cierto, es que esas nalgas no se quedarían así hinchadas y coloradas por obra y
gracia de éste desgraciado, ¡para nada!, sacaría a relucir sus uñas, pero lo
que más rabia le daba, es que había gritado delante de todos: ¡me escogió!, ¡me
escogió!, ¡qué vergüenza!, ¿ahora, cómo haría para salir de semejante ratonera
en la que se metió?
¡Chupe!, ¡bien ganado se lo tiene por
culi pronta!, decía Doña Filigrasia cuando le contaban que el viejo había
amarrado a la nueva mujer en la misma mata de fique que conocía todas sus historias
pasadas, con una sonrisa que no le cabía en el rostro, pues a ella también le
había dado sus buenos cimbronazos por el sieso por ir a buscar lo que no se le
había perdido, y desde esa época estaba juiciosa con sus hijas, y había
aceptado de mala gana al viejo, ¡pero ahí estaba!, al menos aquí quien seguía
llevando los pantalones a pesar de todo, era ella.
Ese día había pensado muy bien, de qué manera se
vengaría de éste miserable, ¡pero qué boluda sos ché!, me parece escuchar a la
argentina de la esquina, pero lo que esa mujer no sabe es que yo sí sé, que a
ella también le pelaron el sieso y aparte de eso, la obligó a preparar su
comida y llevársela bien calientita a la misma cama piscina de porquería, donde
había comido con todas las mujeres que se le antojaba, ¡claro, el muy hijueputa
no buscaba muchacha sino mujer, según él porque adquiría todos los derechos, y
además de gratis!, ¡eso es mucha basura!, ¡pero así nomás no le iría, con una
mujer de Santander no se mete cualquiera!, si quiere guerra, ¡guerra tendrá!
Doña Inocencia renovada, se hacía la pendeja,
y en esto ya llevaba varios días, se rascaba la cabeza, se sobaba las nalgas,
se mordía los labios, entraba, salía…
¡Jacinto!, ¡Jacinto!, /casi gritaba su nombre/, ¡ya
verá el cabrón éste que con ésta no me quedo!, hablaba sola, casi delirando, y
cuando lo veía llegar se hacía la mosquita muerta que no partía un plato, con
solo mirarlo sentía los cimbronazos en la nalga, pero se haría la tonta, así es
como él quería que fueran todas, ¡pues bien tonta se haría!
Había reunión, ¡cosa rara!, estaba muy amable y
hasta le agarró una teta cuando pasó cerca de él, y una carcajada soltó por
todo el patio, a lo que su vecino y compinche con mirada socarrona le decía al
oído, pero casi a grito entero: ¡jejejeje!, ¡se volvió mansita después de la
cueriza! ¡Mi compadre sí que es un verdadero macho!
-¡Es que así es que toca!, ¡ya se lo he dicho, si
quiere que la comadre se amanse, no es sino que le de unos buenos cimbronazos
bien dados, y verá como le camina pianito!
-¡Pero es que yo le voy a pegar a mi muje!, y esa
sí que me mata, ¡no compadre!, ¡prefiero ser macho vivo que arrecho muerto!
-Está sedita, ¡si viera compadre, obediente, hace
todo lo que le ordeno y no me rechina ni una!, ¡y que me vuelva a revirar!,
tenía pensado traer unos bultos de bore pa que le pique a los marranos, ¡oficio
es que toca ponerles pa que no piensen que van a pasar por sobre nosotros los
machos!, ¡ni más faltaba!, recuerdo cuando mi apá le pelaba el culo a mi mama,
y ella enseguida cogía juicio, de ahí aprendí, y por eso no me dejo joder de
ninguna mujer, ¡aquí mando yo, y aquí se hace lo que yo disponga!
Inocencia escuchaba y rechinaba los dientes, en la
cocina cuchillo en mano, lo descargó con fiereza sobre la carne que tenía lista
para asar, en tanto lagrimones de rabia escurrían por sus cachetes pepiados…
¿Cuántos meses llevo aquí?, soy una prisionera, ¡Santo
Dios!, ¡qué gran error, por querer buscar un esposo fiel y querer darme otra
oportunidad, ahora sí que estoy bien jodida!, lo peor de todo es que ya no
confío en la comadre, pues son ellos quienes están de lleva y trae, ¡claro!,
contándole todo lo que les contaba y él haciéndose el huevón, pero ahora sí,
muy calladita veré otro amanecer, pero al lado de mis hijas, ¡con éste cerdo ni
un día más!
El búho anunciaba una larga noche, ¡luna llena!,
todo se veía amarillo, una promesa, pájaros nocturnos, luciérnagas colgadas del
cielo, ¡qué paisaje tan divino!, ¡jamás había visto una noche tan hermosa!, ¡pero
se sentía tan sola y frágil!
Como alma que lleva el diablo, siguió repartiendo
guarapo, asando carne, atendiendo a sus “amigos”, lo mejor que podía, ella no
se tomaba un solo trago, ya estaban colorados, un poco más tarde se despedirían
y entonces… todo sería diferente, no volvería a inventar vainas raras, y
recordó de nuevo las palabras de su viejo: ¿se quieren ir?, ¡ahí está
carretera!... ¡qué palabras tan cortas y tan certeras!, ahora habían llegado de
nuevo a su mente, y sabía que era él quien le hablaba al oído…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 18/15
Un gusto disfrutar de tu amena narrativa querida amiga, tan real. Hay un refrán que dice. Más vale que digan aquí corrió una gallina y no, que digan aquí murió un gallo jajaja felicidades amiga. Besos.
ResponderEliminarjajajaja! es verdad, pero ese gallo se queda sin resuello con doña Inocencia.
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