INOCENCIA SE NOS VA
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5.1 DIJO, ¿FLORIPONDIO?
Conocía la planta por referencia de algunos amigos,
y ahí estaba, esas grandes flores de campana serían su salvación, pero no,
mejor que no la creyeran tan floripondia, esa vaina tenía su cuento para
extraer, y su abuela le había contado, que el zumo de papa era buenísimo para
hacer dormir a la gente, y eso era lo que tenía preparado, su noche estaba ahí
frente a sus ojos, y no dejaría pasar ésta gran oportunidad.
Pero viéndolo bien, tenía ese frasquito de
valeriana, y recordaba que con él mantenían a su hermano tranquilo, cuando se
ponía muy necio con las manos, ¡sí señor!, y sobre el guarapo que llevaba, le
echó una buena dosis.
-¡Inocencia, venga pa cá mija!, ¡ya deje ese oficio
y venga a descansar, es que tengo que decirle algo aquí delante de mis
compadres!
- ¿Qué tanto me tiene qué decir?, tómese éste traguito
y ya vámonos a descansar.
- ¡No señora!, ¡yo digo cuando nos vamos a
descansar!, ¡venga y no joda!, ¡obedezca que lo que tengo pa decir le conviene!
- ¡Le decía a mi compadre, que mejor hembra no me
pude conseguir!, ¡eso sí se lo tengo que abonar a mis compadres!, y entonces he
decidido casarme por la buena con usted, porque sé que otra así no me la vuelvo
a conseguir, y ya me toy poniendo viejo, ¿después quién se hará de cargo de mí,
cuando ya no pueda ni levantar las patas?, ¡pues mi mujer!, ¡entonces como la
joda es en serio, le dije a mis compadres que ellos serán mis padrinos!
-Pero hablamos de esto mañana, ahora no, mire que
ya están borrachos, esto son cosas para decirlas bueno y sano, no cuando ya no
se pueden ni sostener, ¡tómese este trago y ya vámonos a dormir!, repetía
Inocencia un poco angustiada.
-¡Qué no!, ¡venga y se ta quieta aquí ya!, /la
sentó sobre las piernas y delante de los compadres empezó a tocarla, pero
Inocencia sentía mucha pena por eso, ¡ya mijo!, /decía, ¡esto en público da
pena!
-¡Qué pena ni qué domingo e ramos!, ¡usted es mi
mujer y con mi mujer yo hago lo que quiero!, y después de que nos casemos,
porque ahora sí me voy a poner serio, tendrá que complacerme mucho más, porque
son mandatos de la madre iglesia, donde bien claro dice ustedes son una
costilla que nosotros les prestamos, ¡por tanto mujer obediente y sumisa al
macho, haciendo lo que nosotros ordenemos!, ¡y ante todo, siendo muy atentas y
juiciosas pa que nos tengan contentos!, ¡así es como debe ser, y así lo
dice la biblia!, ¡bien escrito y pisao está!
Inocencia estaba muy preocupada, Jacinto se estaba
haciendo el pendejo y no se tomaba el trago, era hable y hable sobre su
verraquera y lo macho que era, ¡pa joder al cabrón con un buen leñazo por
el tuste!, pero entonces los compadres decidieron que se iban a dormir, y por
más ruegos no se quisieron quedar más, se fueron dando tumbes de la
borrachera que llevaban.
-¡Hasta mañana compadres!
-¡Hasta mañana compadres!
-¡Ajústele las 40 a la comadre y sino llévela otra
vez a la mata e fique!
- ¡jajaja! compadre calle la jeta que todavía está
trompona la jecha!
-¡Desgraciados!, todavía se ríen de mí, éste par de
cabrones, ¡ya veremos quién ríe mejor!, este viejo ya está que ronca /pensaba
Inocencia.
-¡Preste p acá ese guarapo pa que no joda más!
Inocencia vio para su complacencia cómo Jacinto
vació la totumada de guarapo de una, luego se levantó, echó una gran meada
dentro de las plantas y decidió que se irían a dormir.
¡Pan comido!, fue más fácil de lo que imaginé
/pensó Inocencia, y con mucho cuidado arropó a Jacinto, se hizo que estaba
durmiendo y luego, como una gata, se resbaló de la cama y salió al patio, ahí
estaba la mula y el caballo, se llevaría lo necesario, y lo necesario era ella
con el corazón palpitando como el de una jovencita, ¡pa qué son patas!,
subió a la mula, y agarró al caballo, quien mansamente los siguió.
Salió por el camino donde estaba la mata de fique,
y desapareció en una noche de luna llena, al igual que las otras mujeres, sin
un hasta luego siquiera, la pesadilla había llegado a su fin, todo se había
confabulado para que al fin se liberara de su mala decisión, no volvería a
mirar atrás, era un pasado que dolía, pero más le dolería a ese macho, el
haberla perdido.
Fue una larga noche, una travesía que no sabía
hacia donde conduciría, pero la mula parecía conocer todo el sitio y dejó
que ella la guiara, y al fin se hallaba en una carretera destapada, humareda, y
un camión de carga de paso, fue ahí cuando decidió golpear a las bestias para
que corrieran, y para su fortuna, el camionero frenó y permitió llevarla en la
parte de atrás, en donde había mucha verdura y frutas, ahí estaba bien
escondida y nadie se daría cuenta de nada.
-¡Para dónde va la doña!
-¡Para Perendengue señor!
-¡Uy, eso queda por la costa, y estamos bien lejos
mi doñita!, pero en el camino le indico qué bus la puede acercar a Fundación, y
de ahí se encamina a su casa.
- ¡Señor, Dios se lo pague!, ¡ni siquiera imagina
lo que ha hecho por mí, me ha salvado la vida!, ¡qué la virgencita de
Chiquinquirá lo proteja!
-No me pague nada mi doña, ya mi diosito pagó todo
por nosotros, que le vaya bien, tenga mucho cuidado sí, por ahí hay gente un
poco malandra, busque no estar muy sola, ¡que Dios guíe su camino!
No había tiempo para pensar en nada, ¿quién carajos
la mandó a ser tan huevona?, para nada importaban los chismes de los vecinos,
ni las miradas y sonrisas de sus hermanos, ¿acaso ellos habían llevado siquiera
un pedazo de pan a su mesa cuando faltaba?, ¡así no trabajara como burra para
conseguir lo poco!, ¡ni mierda!, ¿quién no había cometido un error en su vida?,
¡todos con rabo de paja y bien largo!, nadie podría censurar su vida, ese
camino que de por sí ya estaba signado, esa marca que todos llevamos, y que una
vez caminado, no se puede desandar.
¡Ahí estaba!, ¡que sol!, ¡ese olor a pez, a mar!,
había retornado a la libertad con una herida enorme en el corazón, pero como un
águila, renovada por dentro y por fuera, ¡gracias a Dios ese hombre no la había
matado!, y todo fue derechito, sin planes preconcebidos, todo se dio para que
volara muy alto y acercara de nuevo su mirada a la de sus pichones, pero ahora
debía afrontar la marcha de su hija y su familia lejos del país, sería otro
duro golpe, pero con la expectativa de días mejores para todos, una
patada bien puesta les dieron, ¡esa es la ingratitud!, ¡eso es el hombre, un
ser extraño que unas veces sonríe, y otras veces llora amargos, ¡qué bien
pateamos a nuestros amigos!, pero bien decía Kico, “el camino es largo y
culebrero”…
Ya en su casa, para su fortuna, no había chismosos
a la vista, era de madrugada, un taxi, una mula cargada, y la puerta ahí
esperando ser tocada, un nido amable que por decisión propia había
abandonado, pero como las golondrinas, otra primavera esperaba y ahí estaba su
nido, no se había mudado para ningún sitio, el mismo árbol, ¡qué hermoso se
veía!, la misma roca en su esquina, y otra vez a caminar, de nuevo a vivir
instantes, ¡para atrás ni un paso!, ¡ahí está carretera!, ¡jajajaja!, ¡qué
bonita mirada recordaba, y qué bien se sentía estar de nuevo en su hogar!, ¡aquí
por más que sea, era ella quien llevaba la rienda!, para pobres todos nacemos,
para ricos, ¿qué era en verdad riqueza?, no deseaba esa sinfonía, tenía mucha
más riqueza en medio de su aparente pobreza, aquí estaba su familia que jamás
abandonaría otra vez, era ella y sus hijas, ¿qué otra cosa buscaba?, el amor es
un sueño, a veces ansiamos lo que ya tenemos, había pasado de los 50, sus
hormonas ahora pedían abrazos y besos de sus hijas y nietos, su familia se
había crecido con sus yernos, ¡ni por el putas volvería a ilusionarse con nadie!,
su vida iniciaba a partir de ahora…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 19/15
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