miércoles, 15 de julio de 2015

LA OVEJA Y EL MURCIÉLAGO (47)

Desde mi ventana

LA OVEJA Y EL MURCIÉLAGO [47]

En un pueblo donde el infierno cabe, había otra vez una niña que deseaba ser murciélago.
-¡Eres mala niña!, ¿cómo quieres ser ese animal tan feo?, le recriminaba su familia, ¡beeeee!
La niña lloraba y lloraba, y corría a esconderse debajo de la cama, hecha con pasto seco y palitos de arrayan,  y hablaba con el pequeño que arrastraba sus alas y se colgaba de su dedo, mitad perro, mitad zorrillo, águila puede ser, o pequeña mariposa negra.
-¡Quiero ser como tú, pero nadie quiere que lo sea!, dicen que eres muy feo, pero eres mi amigo, y además te quiero, así como eres, negro, ojos de tigre o de león, me gustas por fanfarrón.
En medio de la charla los dos rieron a su manera, el murciélago le dice: ¿Para qué deseas ser como yo?, ¿no es suficiente con que seas tú misma?, nunca podría ser como tú, aunque lo quisiera, pero soy feliz como soy, a pesar de  que no pueda verte cuando sale el sol.
¿Sabes que tienes unas pecas que lucen con tus ojos verdes?, y eres dócil, eres la más bonita oveja pastando en la pradera, fácil te engañaría cualquiera, pero siempre estaré a tu lado para protegerte de las malas brisas.
-¡Mentira!, algún día también te irás sin decir nada, extenderás tus alas  sin una despedida y me quedaré aquí pensando que nunca fuiste mi amigo.
-¿Cómo dices eso?, ¿en verdad me conoces?, te diré niña mía que nunca me iré de tu lado, pues seguiré siendo tu anhelo, pero en un día soleado, seguro nos encontraremos en este mismo rincón en el tiempo, para en las noches cazar luciérnagas, y continuar volando en el viento.
-Te quiero amigo,  -dijo la niña-
Y el murciélago se abrazó con sus alas y siguió durmiendo en el sueño de la ovejita.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 15/15

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