miércoles, 15 de julio de 2015

HIPOCRASIA EN EL BANQUILLO [46]

¡Me quito el sombrero! 

HIPOCRASIA EN EL BANQUILLO [46]

Es verdad comadre, dijo la vieja Hipocrasia sosteniendo sus quijadas y hablando con gran soltura, que como el pato en la llanura, por su andar también se conocían sus cagadas.

-¡No mija!, ¡mejor persona en la  vida no pudo conseguir don Pancredo!, ¡es una mujer perfecta!, ¡ni mandándola a fabricar encontraría mejor en ningún otro  lugar!

¡Traiga gaseosa y pudin, mija!, para atender a tan prolija visita que tomó asiento y se quedó muchas estaciones en el mismo banquillo, arropándose con igual cobija.

Recogía y llevaba, llevaba y traía, era tal su oficio que su nombre al dedillo le quedaba.

¡Hipocrasia!, ¡Hipocrasia!

-¿¡Quién hifueputas gritaba!?

-¡Qué quiere huevón!, ¡dígales que ahora no me jodan, que estoy en reunión!, en esto era mediodía…

-¿Desea almorzar doña Hipocrasia?

-¡Me da mucha vergüenza compadre!, ¡pero creo que es muy tarde y con gratitud se lo acepto!

-¡Qué es esto por Dios!, ¡yo no quiero esa pechuga!, es carne fofa y no me llena, déjeme la rabadilla y de sobremesa me arrima la pierna con lo que le encima.

De ahí salió la historia cierta como que estoy aquí sentada, que la vieja amancebada jamás lo fue, y la condenada por dañar hogares, sólo fue un sonar de lengua infiel.

¡Ay compadre!, ¡pero es que ella me lo dijo!, así como se lo estoy contando, es una daña hogares, la ruina al suyo llevó, esto fue lo que contó y aquí lo estoy conversando.

El compadre Filemón, también se hizo el huevón y no puso freno al chisme, a pesar de la ocasión.
¡Con qué valor y fuerza denigramos de los demás!, ¡por Dios!, ¡si supieran lo que sé!, pero de mi boca no saldrá una letra para dañar, tal vez para sonreír y llevar en el recuerdo, que muchas veces espinamos a quien no lo merece, y a quienes causamos tremendos males ¡ni flores, cuando fenecen!.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 15/15

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