DOÑA ESCOPETA [45]
Doña Escopeta cargó
bien la lengua, había mucha tela por cortar, y en mi cuadra es de temor salir a
la vecindad, porque si compras toallas para secar el rostro, es que no
vas para odontología, sino para un asilo donde hay muchos árboles a la entrada,
luces en el techo, televisión con cine rojo y muchos espejos dorados.
-¿Cómo
sabe doña Escopeta esto?, ¡eso es que ya ha ido a esos
lugares!, nadie la vio jamás entrar a uno de ellos, pero el repique de lenguas
es un avispero por estos lares.
-Luego de eso,
dijo misia Aristocracia que éste angelito había dañado también
el matrimonio de Doña Escopeta, pero esa vieja parecía era un cañón, y con
su lengua viperina mi honra destrozó.
-¡Para
que vean como son los chismes comae!, pero no contaron que ella sí que era
zorra vieja y con su hermano hacía fiestas, el pobre no sabía que entre lobos
andamos, y las cagadas como gato, nos tapamos...
Ahora que abrí la
puerta, vi el ojo de Misia Candelaria fisgoneando por ahí, ¿será
que imagina que soy como ella?, recuerdo que un chisme de barrio llegó a mis
oídos, Doña Inocencia amiga y comadre, le dijo al compadre Pietro de las
Mercedes que la susodicha aquí presente, también le había dañado el hogar, pero
si mal no recuerdo, ese hogar estaba más puteado que las gallinas de Serbio,
que ya lleva 3 días perdido en parcela trabajando como buey, para traer huevos
criollos y roncar hasta el amanecer.
-Mi hermano tenía una
tienda comae, y ahí llegó el militar pero le echó el ojo a mi
hermana Cuchía, pero una vez vio a la susodicha organizando drogas
en un almacén y adivinó que hasta buen trasero tenía, se hizo el enojado, ¡y hasta el sol de hoy vida mía!
-¿Comadre recuerda el
sillón rojo que miaron los perros? ¡jajajaja! Comadre
sí que recuerda detalles pequeños, por eso es que nos amamos... había una medio
puerta al patio y el viejo con calzoncillos como un colador, se las picaba de
conquistador, viendo cómo gruñían los perros..
Hay tantos recuerdos
que en vez de llorar, llegan carcajadas, y en el camino se ve cómo se recibe la
paga.
-¡Eso
sí es cierto comadre!, ¿en ésta esquina no vivía una gordita que se fue
con un muchacho como 20 años menor que ella?
-No comadre, ¡ya calle no se desboque!, mejor hablemos de don Eufrosio que
no aquieta la jeta y va de parranda en parranda contando lo que no debe, porque
es que comadrita, a la familia, toca dejarla quieta y guardar muy bien su
honra, ¿acaso a nosotros qué nos importa la vida ajena?
Si vuelve a mi casa a
traer y llevar chismes, eso sí comadrita le agradezco que se regrese por donde
vino, porque si entre todos nos damos leña,
¿cuándo brindaremos con buen vino?
¿cuándo brindaremos con buen vino?
Verdad, ¡salud
comadre!,
¡hasta el próximo
chisme!
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, julio
15/15
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