domingo, 12 de julio de 2015

EL MONO Y LA GATA [68]

EL MONO Y LA GATA [68]


Un monito y una gata abrazados,
tienen dulce mirada,
pero del mono, ¿sabemos sus andadas?


Inquieto el mono, abrazaba a una pequeña gata que encontró abandonada en el bosque, con su mirar inocente le decía: ¡no estés triste gata!, conmigo estarás a buen resguardo, ¿si ves que mi vestido de plata, cobija tu piel con donaire?

Tanto apretaba el mono a la gata, que ella se estaba fastidiando, ¡miauuuu!, ¡suéltame!, pero el mono seguía sobe que sobe, coge que coge, y al fin, la gata sacó sus uñas y las enredó en la panza del mono,¡miauuuuuuuuuu!, y el mono gritaba, y saltaba de rama en rama asustado por la reacción de la gata.

¿Qué te hice para que me hagas daño?, ¿acaso no quería protegerte?, ¡estabas tan solita!, ¡mis caricias eran para consolarte nada más!, -decía el mono con cara de mañoso asustado, pero la gata decidió correr y correr, pues escuchó un conocido llamado.

¿En dónde estabas?, ¿por qué razón te perdiste en el bosque, y no te quedaste con tus hermanitos?, -decía la madre gata muy enojada.

-¡Miauuuu!, -estaba jugando con una mariposa y empecé a perseguirla en el bosque, hasta que salió ese mono y me dijo que me fuera con él a jugar bien escondidos, donde nadie nos viera, entonces me fui con él, pero el mono me abrazaba y me tocaba, decía que era para cuidarme, fue cuando me asusté y lo arañé.

Esto pensaba la vieja Pacha en alto, tomaba un café tras otro, alimentaba a unas ratas que tenían bonita cola, y escuchaba a su hijo interpretar Intermezzo 4 de Luis A Calvo, y sentía que la vida le estaba devolviendo lo que le habían hurtado, es verdad eso era, un poco de alegría no era tan mala.

El día termina, ¿o inicia?, -preguntó la vieja, -ya no sé ni en donde comienza un segundo y termina el otro, ¿tiene alguna importancia?, para quien está en lecho de muerte puede ser que sí, para quien no desee sufrir más, imagino que cada segundo importa, y con un recuerdo me doy cuenta que son las 10:35 pm de un 6 de julio de 2015, me gustan las fechas y los números, porque finalmente eso seremos, un número en una fría lápida, si acaso, pero tampoco me importaría.

Hay un desmayo que parece muerte, imagino que es así, no tenemos aliento ni para recordar, y necesitamos la fuerza de una gota de rocío en la boca, siempre hay sed, una inquietud que alarma  como un pájaro herido en medio de calientes rocas, pero al abrir de los ojos, sus pequeños diamantes estáticos, no ven que arribaba en auxilio, una cascada en forma de rocío que de la montaña bajaba, parecía una novia con su larga cola, venía cantando por entre las rocas versitos alegres en medio de aromas, siempre aromas a café tostado, que brotaban de muy adentro de la montaña, ¡flores blancas!, sí, muchas flores blancas tienen su perfume, luego verdes y rojos, y en estampida se va la vida, en medio de la risa del viento y el sonar de las hojas.

Doña Pachita camina lentamente ahora, recuerda cada cirio encendido, manos temblorosas que se quedan en las suyas, dulce de brevas, colada de piña, besos ardientes arropados de manos y caricias, y los ve todavía sonreír, se alejan, abren la puerta de entrada, ¿no debería ser esa una sala de recibo?, pero recordó que estaba frente a ese altar donde cantaban las palomas, y en sus arrullos dormían cortas noches, para largos despertares, prisas y muchos afanes.

Es verdad, la cuesta dibujó pálidos hilos de plata en su cumbre, mis amados se fueron, y me quedé aquí, siendo otra vieja en un mundo lisiado de gente perversa y cínica, ¿no hay personas francas?,¡qué hipócritas son!, ¿quién puede regalarle al sol un poco de lluvia?, se desvanecerá con solo pensarlo, Él no necesita de una gota de rocío, somos nosotros su mar y su playa, y nosotros esperamos mejor destino, sin saber que no hay destino, hay caminos que vamos dejando y huellas que seguimos pisando…

¿Escuchas cómo canta el mirlo en elevada rama?, ¡es tan hermoso!, siempre creo que es ella y abro la puerta, ¡sigue cantando mi amor!, ¡qué tonadas!, parecen sonajero de madre que va y viene, y en su divino cantar me consuela.

¿Y el mono?, creo que se perdió de la gata, pero que siga haciendo morisquetas, en tanto la vida se encarga de arrugarle un poco la jeta, es que por mico quería comerse a la gata, y ella, muy ladina, pilló sus malas mañas, y se refugió entre la tibia piel de una madre.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 6/15

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