DUELO DE MONTAÑA [7]
Dientes de acero
cruzaban mi tronco,
beso de la muerte un
comején en mí
padeciendo sin
padecer, me viste,
siendo indiferencia
tu rostro
pálido y hostil ni
reparaste
que un vástago caía
desde la cumbre.
Una viuda negra tejió
mi trampa
y caí en sus redes de
amor
que multiplicaría una
imagen
en otra hoja mecida
por la brisa
con ese aleteo de
viejo temblor.
¡Cánticos no más!,
vida y muerte,
nube de paso que se
torna gris
mañana, celeste
limpio,
sábana de seda
extendida
brotando lágrimas
nuevas
sobre el umbrío
bosque que aún queda.
Seca mis ojos que
bordo un poema,
no traerás siquiera un aplauso cuando muera.
¿Acaso importan los
honores luego?
¡Dame un beso con
pasión siquiera!,
en tanto florece la primavera
con bosques de
verdores intensos
y tragicomedias de
palmeras bailadoras,
si la tormenta
pasa veloz
arrastrando con su
fervor
las nubes pasajeras.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, julio
29/15
No hay comentarios:
Publicar un comentario