domingo, 12 de julio de 2015

DIEGO EL MOLESTÓN [65]


DIEGO EL MOLESTÓN [65]

Había una vez una niña que mucho lloraba,
pues tenía un tío que la molestaba
para que ella soplara los cachetes
como ranita enojada.

Tenían dos amiguitas Salomé y Sofi,
quienes siempre estaban muy bonitas
parecían dos flores pequeñas,
¡no flores no!, mejor dos ardillitas juguetonas
¡síiiiiiii!, -decía Sofía
mientras Salomé tan solo reía
y lloraba la bebé Lili.

Es que tu tío cree que eres un payasito
¡jajajaja!, reían en coro las niñas bonitas
se abrazaban y daban cariños de hermanas,
que sonaban como gotitas de lluvia sobre la grama.

Tengo muchos primitos,
todos de cachetes gordos como los cerditos.
¿Eres tú carita de suricato?,
-¡le contaré a mi abue!, y abue le dice pasito:
dile que él tiene cara de gato gruñón
y tiene en los dedos mucho sabañón…

¡¡Abue!!, ¡le dije, y me sigue muequeando!!
¡No me digas así!
¡Tampoco me molestes a mí!

¿No me dirás de nuevo cara de suricato?

Bueno no,
¡pero tampoco me dirás, cara de gata!

¡No molestes más  bebéee!
¡Me voy a poné a lloráaaaaaaa!
¡Buaaaaaaaaaaa!/dice la niña llorona.

Mi tía luisa tiene bonita sonrisa
parece mariposa galante
bailando en la brisa.


¿Por qué lloras mi amor?

¡Es que el bebé de Sandra  mi pan se robó!

¿Vamos a jugar muñecas y dejas de llorar?
¡Sí hermanita!,
¡Con las de trapo que nos dio mamá!

¿Ves que la mía es más bonita?
Viste de amarillo como las mariposas
y se adorna el sombrero con flores,
pequeñas y graciosas…

Pero el mío es un varón,
¡y también tiene un bonito pantalón!
¡Buaaaaaaa!

¡Groseras!
Yo no tengo muñecas,
pero tengo un tío que se llama Diego,
me pinta muñecos de muchos colores
y con él soy feliz cuando juego.

Con él veo patitos que parecen de lana
y caminan gracioso,
¡se hacen chistes y ensucian la cama!

¡Cuac, cuac!, ¿si viste qué bonito hacen?
¡Pero caminan como capataces!

¡jajajajaja! ¡Qué bonitos son!
¿Caminamos como ellos
y repetimos su canción?

¡Cuac, cuac, cuac!...
¡Viene el tío German y los va a espantar!

¡Aquí mando yo!

Los patos al lago fueron a parar,
y todos los niños felices están

¡Hora del almuerzo!
¡Vamos!, ¡vamos!
¡Cuac, cuac, cuac!

¿Me harás otra vez llorar?

¡Eso lo olvidamos!
Con ésta hambre,
¿para qué lloramos?
/respondió  Diego el molestón,
en tanto caminaba, como pato cagón.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 3/15




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