DIEGO EL MOLESTÓN
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Había una vez una
niña que mucho lloraba,
pues tenía un tío que
la molestaba
para que ella soplara
los cachetes
como ranita enojada.
Tenían dos amiguitas Salomé
y Sofi,
quienes siempre
estaban muy bonitas
parecían dos flores
pequeñas,
¡no flores no!, mejor
dos ardillitas juguetonas
¡síiiiiiii!, -decía Sofía
mientras Salomé tan
solo reía
y lloraba la bebé Lili.
Es que tu tío cree
que eres un payasito
¡jajajaja!, reían en
coro las niñas bonitas
se abrazaban y daban
cariños de hermanas,
que sonaban como
gotitas de lluvia sobre la grama.
Tengo muchos
primitos,
todos de cachetes
gordos como los cerditos.
¿Eres tú carita de
suricato?,
-¡le contaré a mi
abue!, y abue le dice pasito:
dile que él tiene
cara de gato gruñón
y tiene en los dedos
mucho sabañón…
¡¡Abue!!, ¡le dije, y
me sigue muequeando!!
¡No me digas así!
¡Tampoco me molestes
a mí!
¿No me dirás de nuevo
cara de suricato?
Bueno no,
¡pero tampoco me
dirás, cara de gata!
¡No molestes más
bebéee!
¡Me voy a poné a
lloráaaaaaaa!
¡Buaaaaaaaaaaa!/dice
la niña llorona.
Mi tía luisa tiene
bonita sonrisa
parece mariposa
galante
bailando en la brisa.
¿Por qué lloras mi
amor?
¡Es que el bebé de Sandra
mi pan se robó!
¿Vamos a jugar
muñecas y dejas de llorar?
¡Sí hermanita!,
¡Con las de trapo que
nos dio mamá!
¿Ves que la mía es
más bonita?
Viste de amarillo
como las mariposas
y se adorna el
sombrero con flores,
pequeñas y graciosas…
Pero el mío es un
varón,
¡y también tiene un
bonito pantalón!
¡Buaaaaaaa!
¡Groseras!
Yo no tengo muñecas,
pero tengo un tío que
se llama Diego,
me pinta muñecos de
muchos colores
y con él soy feliz
cuando juego.
Con él veo patitos
que parecen de lana
y caminan gracioso,
¡se hacen chistes y
ensucian la cama!
¡Cuac, cuac!, ¿si
viste qué bonito hacen?
¡Pero caminan como
capataces!
¡jajajajaja! ¡Qué
bonitos son!
¿Caminamos como ellos
y repetimos su
canción?
¡Cuac, cuac, cuac!...
¡Viene el tío German
y los va a espantar!
¡Aquí mando yo!
Los patos al lago
fueron a parar,
y todos los niños
felices están
¡Hora del almuerzo!
¡Vamos!, ¡vamos!
¡Cuac, cuac, cuac!
¿Me harás otra vez
llorar?
¡Eso lo olvidamos!
Con ésta hambre,
¿para qué lloramos?
/respondió Diego
el molestón,
en tanto caminaba,
como pato cagón.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, julio
3/15
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