lunes, 27 de julio de 2015

CANTAR DE ROCA [19]

Lunes, 27 de julio de 2015

CANTAR DE ROCA [19]

“Estaba una roca tan herida,
que decidió respirar un poco de mar por ellas”.

Nació en medio de tal riqueza
que pronto se olvidó la pobreza,
caminó entre azogue de fuego
derritiendo el oro
en vasija de barro.

¿Puede tener más valor una joya
que las arenas que la guardaron?

Me olvido de mí y estoy en tu orilla,
mojo mis alas con tus lágrimas
que van y vienen entre las olas.

Se mueven mis dedos 
ante un impulso irreal,
y pasa el tiempo…

Mi velero pequeño
es un punto en el universo
 empujado por tus besos
aromados a pez,
perfumados con todos los aromas
de tanto muerto que cae en tus aguas,
de tantas piernas y brazos
que bogan distancias
y sus cabezas buscan al fin,
un reposo, remanso de claridad,
vomitadas por el viejo mar.

Sigue cantando la roca
suspiros alargados
como asustando niños:
¡vienen las brujas y demonios!,
¿en dónde están acaso?

Y recuerdo sus dedos hurgando,
mis leños tiernos gimiendo
sin saber
que en mi honda pena,
cabían también
todas las miserias humanas.

Mi roca se ha juntado con el sol:
¡bendito mío!
mi amor por ti es inmenso,
eres en mi profundidad,
sal y aroma,
perfume de vida,
alivio a todo recuerdo malsano
y sonrisa de niña vieja
sin el abrigo de sus brazos morenos,
sin la sombra de su cobija abrigada
ni sus pechos blancos
destilando miel
dentro de mi boca triste.

¡Llorona!, ¡vieja ridícula y llorona!
¡Ni te creas que cargaré con tus penas!
En mi mochila sólo hay espacio para la pasión,
pero también era una mentira,
una vez probado el vino
destapado el vinagre,
su sabor se queda en la boca
sin testigos.

¡Que respire la roca por sus heridas!

¡Bendito mío
Inmenso y azul
que con una danza me tocas,
y con un beso me animas!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 27/15



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