MATARÍA UNA MOSCA [20]
También mataría a una
mosca que cayó en mi sopa, todos tenemos algo muy oscuro dentro de nosotros,
sino que pocos lo admitimos. Me gustó ese carácter endemoniado de una mujer que
se parece a una que desconozco ahora, todos somos perversos cuando tenemos ira y de ahí el auto control, que a veces se torna incontrolable.
Bonito, me encanta
cuando alguien y más una mujer, dice lo que siente y además tiene agallas para
ser libre, sin miedo a que el mundo la señale...
También mataría por
un céntimo, ante todo a las moscas que caen en mi leche, eso dijo una doña atacada de risa y luego de cólera.
Me agrada la gente
que sabe reír con ganas hasta orinar sus calzones, sin temer a contagiar
a otros de sus perversidades, hasta diría que es bendición mentir a un amigo,
para conseguir un propósito, ¡ésto sí que ha de ser
salvación para el alma!
Gracias a Dios
tenemos gente de gentes a nuestro alrededor, un poco deprimida por ciertas
actitudes, de quienes debieran tratarnos con algo de dulzura, pero a las
patadas también aprendemos, ¡que no sea mi alma la que
se queme en el infierno!, pero sí el alma del hipócrita que miente y miente,
hasta creer su propia basura.
¿Qué
tengo hoy?, un hambre vieja que no he saciado, ¿saben
lo que es tener hambre?, pasar noches en desvelo con los ojos que arden porque
no aparece el sueño, dormir cerca de quien nos detesta, pasar y pasar hojas de
un libro que jamás se lee, para simular esa extraña sensación de tranquilidad,
con una roca aprisionada en la garganta y una espada hiriendo el pecho.
Soy una ignorante de
muchas cosas, es una pena que no estudié, se fue la vida laborando de día y de
noche más aprendo de lo que ellos me regalan, pero una sensación de
vacío en el estómago me hace despertar de mis desvelos, ¿creías
que estaba dormida?, ¿por qué razón no acaricias mis
tetas?, tienen tantas heridas que te asquean, pero si la memoria no me falla,
cuando tenía mis toronjas gorditas y apretadas, mirabas las ahuyamas de
silicona que se exhibían en vitrinas, ¡más tocadas y
manoseadas que las vírgenes de ahora!, sucede que es putero profesional y ese
vicio no se quita jamás, ¡qué sea feliz!, más me ahorro para ese amor que
espera por mí.
¡Tormento!,
¡tormento a ratos!, vida de miseria y lisonjas, pero feliz, porque ahora tengo un poco de libertad para
gritar en una lápida que se extiende kilómetros de distancia, en una pared que
no lastima mis dedos, pero que de a poco me roba la energía, ¡con razón a veces
me siento débil!, es que acariciar teclas y sentir la tibieza que entra a
través de ellas, a veces me recuerda que estoy viva, y que vivir es lo mejor
que me ha pasado, a pesar de todas las pequeñas inquietudes y zozobras de cada
día.
Recordé que un par de
vagabundos están de luna de miel, asomó entonces más pálida que la mala
suerte, arañada y con los ojos hundidos de tanto alboroto, que para decir
verdad, de uno no pasó, el resto fue puro ruido y borrachera, ¡guácala!,
¡hasta aquí me llega el hedor de la mentira!,
parecía que el trasnocho y tanta perversión habían armado un nido de
zapatero en su alfombra mágica, pero despertar no fue tan bueno, ese olor a
caño fue su peor pesadilla, amor y bendición, ¡pero que
se corte las uñas de las patas!, que mate los hongos!, sino, se nos va la vida
en lamentaciones...
De mi libro: ¿Ajá y qué con las pezuñas?, así de a trozos, compongo un
pedacito de poema para éstos momentos, ¿hora de
almorzar?, ¡así como son de groseros, qué se preparen
sus guisos!, así como van a donde las putas en vez de acariciar a sus mujeres, ¡qué laven sus calzoncillos hediondos a queso azul!, así como
ríen ahora o lloran de ira, qué confiesen sus pecados, ¡mundo de hipócritas y
falsos!, me quedo contigo compadre, es verdad, mis compadres siempre han sido
iguales, jamás han cambiado conmigo, ni porque hubo brisas fuertes que nos
dejaron desnudos, ¡es que en la pobreza siempre nos vemos como hermanos!, ¡pero ay de que nos volvamos ricos!, nos verán como sutes,
piensan que mendigamos de sus manjares.
¡Qué pronto se olvida que tomamos sangre de res, que fue en la mesa de los pobres donde nos vimos tan iguales, que por única vez en la vida, fuimos en verdad hermanos y conocimos lo que es ser felices!.
¡Qué pronto se olvida que tomamos sangre de res, que fue en la mesa de los pobres donde nos vimos tan iguales, que por única vez en la vida, fuimos en verdad hermanos y conocimos lo que es ser felices!.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, julio
27/15
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