GAJOS DE LIMONAR
En lo más alto de la montaña
tupidos verdes y esperanzas amarillas,
flores perfumadas y chiquitas,
siendo aromar a la distancia un don,
enriqueciendo con galas de Rey
en tan mágica estancia un pájaro
estacionado en cualquier gajo.
Ahí te vi, ¿eres tú, mi corazón?
No hay día en que no te piense
ni hay noche que no desvele
al pensar que mis quereres
son aromas perdidos en el mar.
Pero luego recuerdo el ácido del limón
y un sabor agridulce toca mis labios,
cuando tu aroma bendito se enreda
entre los espinos, y las flores de azahar.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 2/15
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