lunes, 16 de marzo de 2015

LUEGO [69]

LUEGO [69]

Luego que miré sus ojos
adivinando una niña dormida,
una llama se prendió en los míos
para apagarse tu lengua en mi boca
siendo río violento descendiendo de las rocas
para volverse mar, tan solo por instinto...

Acaricié  tu  piel como brisa al océano;
cánticos fueron las olas sobre las rocas
al mi boca pegarse de la tuya
mareada y húmeda, chispeando luces,
aflojando piernas, entregando vientres,
conduciendo aguas a la profundidad.

Luego tocamos las estrellas,
y aquí recordé tus palabras:
“Tocamos el cielo”, hasta fuimos ángeles,
porque no hubo perversidad en la entrega
tan solo amor en medio de un poema
tú y yo, ¡nada más!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 28/15
©10-498-459




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