domingo, 15 de marzo de 2015

LA MADERA [47]

LA MADERA  [47]


Se corta en  menguante,
la savia está abajo tocando sus raíces,
en creciente se eleva hasta sus gajos,
pero hay  podar  cuando la sabia esté abajo
no le entra comején ni polilla,
para que comprendan de vieja sabiduría
transmitida entre leñadores
de boca en boca, de flor en flor
como los besos olvidados de mi amor.

La madera es como la vida misma
si la cuidas, será fuerte y soberana,
pero si la abandonas a tus caprichos,
comején y plagas harán festín,
y  luego ni silla ni aserrín.


Toco madera para escuchar su voz
amarro dulcemente las cuerdas de una guitarra
y al templar, escucharás a su alma cantar
en un rincón donde nace un artista.

El tambor es la piel del cordero templado al sol
pero sin la madera, ¿quién escuchará un son?

Madera dulce y ligera, fuerte y pesada:
donde estés sé que has llorado,
lágrimas de tu pecho se han regado
en un desierto donde habita el olvido
con gritos silenciosos
que claman ser escuchados.

Arriba de la cuesta, ¡madera del alma mía!:
cambia los hilos de un arpa
para que cantemos al llano
nuestra gran melancolía.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 20/15
©




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