domingo, 15 de marzo de 2015

CUPIDO [32]

CUPIDO [32]

Cupido es inmortal, él es un ave fénix que sucumbe en medio de las cenizas de un mundo lleno de crueldad, lo bueno es que sigue existiendo en lo pálido de las flores, y lo rojo de la sangre,
¿Será que se ha escondido en donde la miel crea la semilla? ...
¡Abejas, lindas niñas! Todas se juntan alrededor y cupido se parte en mil, esparciendo mies como un dragón de fuego.
Flechas y flechas lanzadas, no eran para mí, ¡es raro!, quien más nos desea y ama nunca es correspondido, son los asuntos del corazón los acertijos más complicados de la existencia.
Te dije que te amaba en cada poema, escribí cientos de ellos, y cupido seguía lanzando flechas equivocadas, ni una respuesta cierta con mi nombre, y sentí que debía volar a donde se cuecen los ojos de llorar y el mar busca sal para limpiarlos.
Alcatraz herido se ha llevado la corriente, blanca la nieve guarda un amor bajo su sábana, el bosque oculta gajos donde anidan aves, ¿y yo, por qué razón no he de ser amada?
Te fuiste tal vez porque el amor no obliga, nos llaman las luces del mundo, vana cosa es la fantasía, como los carnavales, gritos de júbilo, polvo al viento y licor que enciende los ojos y salen lunas llenas para nueve meses sin jamás ser amadas.
Pero Cupido es un corrupto, se ríe de mí, vive de mi desventura y pregunto: ¿qué puede ser más que el amor?, nada… ¿cuál es el trono más deseado?, y me entretengo en lo negro de la noche para sentir que palpitan tus ojos en el cielo.
¡Se ha ido!, se escondió  entre gajos rojos de rosas, salí corriendo a recibirlas, pero esa mirada no me veía, ¡ey aquí estoy!, ¿son para mí?... se quedaron en la mesa, con otro nombre, y el mío se dobló en tristezas, termina la tarde, se van quienes decían que me amaban, pero rara cosa es el mundo y  sus realidades, tampoco pude amar lo que me era indiferente y me quedé viendo el chispero de también desear ser amada y correspondida.
Se fue de visita a la esquina, ¿cuándo lanzarás la flecha a mi corazón?, me cansé de esperar rosas rojas, para quedarme tan solo con sus espinas.
No te veo más, ni comulgo las hostias de tu bosque, no hablaré de un amor incierto… pero me fijaré de nuevo en la luz de un nuevo día y en el olor de los jazmines y violetas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 11/15

©10-498-459

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