domingo, 15 de marzo de 2015

A MI AMADO 5 [9]

Mi amado metió su mano por la ventanilla, 
Y mi corazón se conmovió dentro de mí. 
Yo me levanté para abrir a mi amado, 
Y mis manos gotearon mirra, 
Y mis dedos mirra, que corría 
Sobre la manecilla del cerrojo. 
Salomón


A MI AMADO 5 [9]

Sentí que todas las palomas se movían en mí
Mariposas de colores vivían en mi vientre
Un rubor primero, y luego, cual margarita viendo al sol
En temblor te esperé, ansiando tus manos por mi piel
Caricias de amante esposo, 
De hombre que no abandona a su mujer.


Mi amor… ¿por qué razón te amo tanto?
Corrí como gacela asustada, no había penumbra en tu mirada
Todo se llenó de luz y hasta la noche parecía un amanecer,
Elegante mostrabas a tu señora mayor adornada de tules 
No faltó seda para el cielo, 
Ni colores para la bandera que ondeaba por tu amor.


Corrí por los todos los mundos que de ti me separaban
Parecía una eternidad ser tocada por tus labios,
Más se fue el amor antes de llegar a casa,
Se alejó por el túnel invisible del infortunio.

Me abrazo a la sombra de un amor imposible
Luego, cuando escucho cantar al viejo mirlo
Los grises del camino se vuelven luz de estrellas
Iluminando cada sendero para llevarme al cobijo dulce de tus brazos.


Sin dolor, con el rostro en alto como inocente condenado
Me siento girasol virando hacia mi Rey 
Llena de semillas para soltar en el bosque
Esparciendo de tu oro cada sendero,
Caminitos de hormigas para ti bajo tierra
Robando pequeños trozos que ahondarán mi profundidad
Como si los hongos fueran pequeños hombres sin perfume
Fabricando estelas y corrientes para alimentar la vida
Sin renegar de la madre que los parió,
Ni justificar el andar licencioso que de ti los alejó.


¿En dónde estás?
¡No te alejes de nuevo!
Vivía entre las sombras y tu palabra esposo mío, iluminó mi oscuridad
Puedes ser tal vez el hermano que me faltó
El abrazo negado y la injuria perdonada,
Puedes ser cada átomo de mi ser y en ello me consuelo
Pero seguiré corriendo cuesta arriba 
Tu cabrita montesa berrea de amor por ti.


Mi pastor amado, ¡hállame!, ¡aquí estoy!
Bala mi alma anhelante de la tuya
Espejo mío, lago cristalino
Flor silvestre tocada tan solo por el viento:
¡Llega pronto, que de amor muero!
¡Dame tu mano para abrazarme de tu corazón!


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, enero 5/15 
©10-498-459






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