ANCLA [110]
Y luego, subí a la roca más alta en cualquier sierra nevada, en
cualquier mundo perdido, y grité tu nombre...
Arribaste luego como manso buey,
mi amor... mi dulce amor,
Sentí que una corriente de agua dulce me atraía hacia tu mar.
Navegué en pequeñas letras hasta tu barca, y habías encallado entre las
rosas rojas en donde habitaba mi corazón.
Te quedaste, el ancla soportó el peso de la aurora, y el atardecer me
regaló tu voz.
De nuevo sonreí, el amor es como un aroma en el viento que me lleva a ti
Es la rosa pálida que se vuelve llamarada al pensarte.
Sí amor, sin saber que hería la tarde, me volví enredadera contigo, y
nos abrazamos al árbol de la existencia sin renegar, nos enredamos, surtimos de
flores el campo seco, y al llover, mi quebrada era mar, y fuimos uno con Él.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 30/15
©
10-491-97
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