lunes, 30 de junio de 2014

MUJERES

MUJERES [11] L2R

Mujeres de sencillas enaguas,
cachetes rojos, trenzas a los lados,
vencidas y de hinojos
calladas y apagadas...

Otras de gigantes ollas
donde se cuecen sus ilusiones del día,
llenan panzas hambrientas,
se atosigan con sus sabores
eructan y se duermen.

Mujeres como sillones viejos
mecidas por la suave brisa de sus amaneceres...
Silenciosas viajeras moribundas
que enarbolan sueños
cual banderas que  caen,
y mueren yertas,
en su inalcanzable lucha.

Aquéllas, curtidas por el tiempo,
arrinconadas en castillos dorados;
adormecidas en sus rígidos sillones,
encadenadas a cuerdas plásticas
que las mantiene vivas,
pues vemos que respiran.

Mujeres con la boca cerrada...
Baúles viejos abandonados…
Ellas, las dulces abuelitas que se vencen
pero siguen sembrando con el rosario en mano,
se consuelan y brindan amor sin memoria
con sus oraciones aprendidas desde niñas.

Vírgenes que no encontraron sitio para sus calores...
Tibieza de niñas viejas que viven en oscuros rincones,
donde agonizan los sueños.

Ellas: las del cáliz de metal que rogaron por un abrazo cálido,
que murieron deseosas de un tibio beso en su anhelante boca,
y se durmieron lentamente,
¡abrazadas a sus propios brazos!

Mujeres de latigazos hirientes
que yacen en olvidadas tumbas,
aquéllas que parieron inocentes;
que murieron en el olvido y la desidia,
se perdieron en el silencio de sus gritos,
¡lloraron y gimieron!,
recogieron sus lágrimas,
que abonaron senderos
sembrados con su sangre.

¡Pobres mujeres de mi tierra!,
rústicas como diamantes en bruto,
tallaron el áspero peñasco con sus penas,
brillaron como  lucero en el inmenso cielo,
se perdieron,
como se pierde en el horizonte azul
el fuego de una cometa
¡sin asta, ni bandera!...

Mujeres que perdurarán por siempre,
¡en la sangre que hierve!
en la boca que se levanta
 y en los sueños que tras dura lucha hasta la muerte,
otras valientes llevaron  a cuestas.

Aquéllas, mancilladas, humilladas, violadas,
deambulan en las noches sin amaneceres,
y tal vez se adormezcan en las oscuras sombras,
¡de  cielo sin estrellas!

Mujer al fin... ¡de la tierra eres flor y  semilla!
Sembradora por siempre en el desierto de la vida,
hermosa princesa de corazones:
Tal vez te adoren...te amen... te respeten...
¡O te sepulten viva!

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, marzo 11/11

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