MIEDO
Miedo, le tengo miedo al miedo, porque es el responsable de que
no pueda volar, pero recuerdo que muchas veces me he topado de frente con él y
miedo huye antes de causar algún mal.
Miedo es una espina de pez metida en el pecho, entre ceja y
ceja, que desea abrir el cerebro en dos, y no me permite nadar en aguas mansas,
porque miedo tiene el poder de acelerar el corazón para que parezca una campana
que se agita en mi bosque interior.
¿Miedo?... corría ante las sombras que se mueven en mi hogar, pero me he dado cuenta que no me
dañan, tan solo me acompañan en éste camino, deben estar solitarias, y saben
que muchas veces también lo estoy, nos buscamos sin hallarnos, nos estrellamos
sin lastimarnos.
Miedo desea un abrazo, es la única manera que él tiene para
morir, tal vez un beso ardiente, para que se queme en el aura pacífica de un
invento de amor en un gajo de almendro, o miedo necesita de tu mano para salir
de éste escondido rincón... ¿quieres ser esa mano en medio de mis sombras?...
pero miedo me dice que espere un poco más... que tal vez no es el momento,
porque hay algo que no está bien, y providencia asoma, ¡es tan dulce ésta
mujer!, se parece a mi madre cuando solía a casa llegar, sus ojos eran la luz
que necesitaba mi vida, pero ahora su luz se fue a navegar...
Miedo recurre entonces a un pálpito... lo quiero ver... tiene
azules y blancos en su traje, ¡tan dulce!, ¿por qué razón tiene rostro de
mujer?... imagino que sus ojos son los de ella, que sus manos tienen su propia
calidez, me aprieto en su pecho de luz, me escondo en ese nicho que guarda su
niña, y al fin, miedo huyó, está asustado ¡jajajaja! me río de él, soy una
tonta, siempre lo he sido, miedo se ha llevado mi espina con él, y ahora soy un
bonito pez nadando en aguas tranquilas...en las aguas que guardas en la
profundidad de tus ojos...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 17/14
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