
Gian y yo
GIAN
Tropezó Gian
con mis ojos, o mis ojos tropezaron con él en el arroyo cerca de mi casa,
alguien lo lanzó ahí como basura, mi hija Verónica recoge cuanto animalito
encuentra en la calle, saben que soy débil ante el amor, era una noche de
tormenta, se veían las grises nubes pasar, y adiviné la intención de quien los
abandonó en la orilla del arroyo, inició la inquietud, regresamos por leche
tibia y con una jeringa los alimentamos, eran 7 lo recuerdo muy bien, todos
tenían hambre, había grandes y pequeños, entre los pequeños que todavía no
abrían los ojos estaba Gian, pero cosa rara, me enamoré de él desde el
principio, creo que hubo conexión, dos almas se juntaron y sin más regresamos a
casa, pero... pero... no podía dormir, mi hija acosando y mi conciencia
apurando...
¡Deben tener
hambre!, acomodé a los que me traje 3 que ya caminaban y comían solitos y
recuerdo que la tormenta se fue, sólo una llovizna en una noche muy larga, y a
las 5am desperté sobresaltada ¡los niños!, ¿qué noche pasarían?, con esa
inquietud preparé un biberón con buena miel de vaca tibia deslactosada, un
plástico para cubrir a los pequeños y ¡sorpresa!, había uno muerto, lo habían
pateado tal vez jugando, quise regresar sin ellos pero en un impulso los eché
dentro del bolso y la historia continuó, fue un trabajo arduo alimentar a 3 bebés
casi recién nacidos, limpiarlos como si fuera la madre con un pañito tibio,
claro que usando guantes, acomodé 2 cajas y ellos enseguida a pesar de su
ceguera entendieron el mensaje, en la una dormían y en la otra hacían sus
necesidades, cambiar y recambiar periódico y se fue haciendo más fácil al paso
de los días, aunque a ratos me cansaba, cada ¡miauuuuuuu! significaba que
tenían hambre, y corra con la jeringa, eso era cada hora al principio, de día y
de noche, por eso admiro a las personas que se dedican a cuidar animales
abandonados, casi tiro la toalla, casi se mueren los pequeños, porque a veces
me agotaba y creía que podían comer solos, pero aprendida la lección
resucitaron, eran más su ganas de vivir que mi cansancio, y al fin abrieron los
ojos y empezaron a comer solos, el resto, fue historia de envenenadora, chismes
de viejas en la calle y el corre corre a buscar hogar, 3 adoptó mi familia, uno
lo envenenaron, se salvó y el veterinario lo dio en adopción y el resto se lo
llevaron amigos de mi hijo, pero a Gian nadie lo quería, en el fondo rogaba
porque no lo escogieran y resulta que Gian atrajo demonios a mi puerta en las
noches, ésta semana fue una locura, no dejaban dormir y Gian corría, se
arrastraba, pasaba su rabo por mi boca como para que oliera su asqueroso
trasero y una carcajada, sus huevitos nunca salieron, era una hembra en calor y
corra a operar, ahora más tranquilidad, la imagen representa a la perfección a
mi nuevo niño que resultó hembra y todos la amamos, ha matado 5 escolopendras grandes,
y tiene la casa limpia, además de que ronronea todo el tiempo como diciendo: te
quiero, te quiero, te quiero, pasa por mis pies, duerme a mi lado cuando estoy
sola, pero lo que más amo, es esa mirada, esos dorados ojos, oro puro, que
llena de cosquillas el alma.
Raquel
Barranquilla, 28-12/14
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