domingo, 28 de diciembre de 2014

GIAN

Gian y yo 


GIAN
Tropezó Gian con mis ojos, o mis ojos tropezaron con él en el arroyo cerca de mi casa, alguien lo lanzó ahí como basura, mi hija Verónica recoge cuanto animalito encuentra en la calle, saben que soy débil ante el amor, era una noche de tormenta, se veían las grises nubes pasar, y adiviné la intención de quien los abandonó en la orilla del arroyo, inició la inquietud, regresamos por leche tibia y con una jeringa los alimentamos, eran 7 lo recuerdo muy bien, todos tenían hambre, había grandes y pequeños, entre los pequeños que todavía no abrían los ojos estaba Gian, pero cosa rara, me enamoré de él desde el principio, creo que hubo conexión, dos almas se juntaron y sin más regresamos a casa, pero... pero... no podía dormir, mi hija acosando y mi conciencia apurando...
¡Deben tener hambre!, acomodé a los que me traje 3 que ya caminaban y comían solitos y recuerdo que la tormenta se fue, sólo una llovizna en una noche muy larga, y a las 5am desperté sobresaltada ¡los niños!, ¿qué noche pasarían?, con esa inquietud preparé un biberón con buena miel de vaca tibia deslactosada, un plástico para cubrir a los pequeños y ¡sorpresa!, había uno muerto, lo habían pateado tal vez jugando, quise regresar sin ellos pero en un impulso los eché dentro del bolso y la historia continuó, fue un trabajo arduo alimentar a 3 bebés casi recién nacidos, limpiarlos como si fuera la madre con un pañito tibio, claro que usando guantes, acomodé 2 cajas y ellos enseguida a pesar de su ceguera entendieron el mensaje, en la una dormían y en la otra hacían sus necesidades, cambiar y recambiar periódico y se fue haciendo más fácil al paso de los días, aunque a ratos me cansaba, cada ¡miauuuuuuu! significaba que tenían hambre, y corra con la jeringa, eso era cada hora al principio, de día y de noche, por eso admiro a las personas que se dedican a cuidar animales abandonados, casi tiro la toalla, casi se mueren los pequeños, porque a veces me agotaba y creía que podían comer solos, pero aprendida la lección resucitaron, eran más su ganas de vivir que mi cansancio, y al fin abrieron los ojos y empezaron a comer solos, el resto, fue historia de envenenadora, chismes de viejas en la calle y el corre corre a buscar hogar, 3 adoptó mi familia, uno lo envenenaron, se salvó y el veterinario lo dio en adopción y el resto se lo llevaron amigos de mi hijo, pero a Gian nadie lo quería, en el fondo rogaba porque no lo escogieran y resulta que Gian atrajo demonios a mi puerta en las noches, ésta semana fue una locura, no dejaban dormir y Gian corría, se arrastraba, pasaba su rabo por mi boca como para que oliera su asqueroso trasero y una carcajada, sus huevitos nunca salieron, era una hembra en calor y corra a operar, ahora más tranquilidad, la imagen representa a la perfección a mi nuevo niño que resultó hembra y todos la amamos, ha matado 5 escolopendras grandes, y tiene la casa limpia, además de que ronronea todo el tiempo como diciendo: te quiero, te quiero, te quiero, pasa por mis pies, duerme a mi lado cuando estoy sola, pero lo que más amo, es esa mirada, esos dorados ojos, oro puro, que llena de cosquillas el alma.
Raquel 

Barranquilla, 28-12/14



No hay comentarios:

Publicar un comentario