EN LA ESPESURA
Se pasea de un lado a otro como un prisionero,su cárcel era un bosque con redoblados gritos y pasos silenciosos, su cantar translúcido cual gota de rocío entre la espesura...
Ojos como lámparas en la noche, siempre lo veo así, hurga aquí o allá, ve con el sonido del aire, adivina los olores en medio de tan ruidoso escándalo.
Hace crujir las hojas secas a su paso, más nada se escucha, es como si el sonido no existiera, agacha la cabeza, se dobla,hasta casi tocar el piso… ¡vida!, eres mi aliento, por ti el gemir, por ti el dolor, más nada queda cuando la tibieza llega al corazón y desnudamos de él nuestros vicios.
Un poco más, ¡aprisa!... ¡aprisa!... corre niña, que no te alcance su fiereza, pero el hambre tiene rostro de león y cara de anciano triste...
A un redoblar del corazón todo en el mundo se llena, torvas espadas han cruzado el sendero de la vida, y se ha encontrado entre su boca el sabor a muerte...
Límpiate el rostro, lame las rosas que se fueron sin abrir sus primaveras, enciende la hoguera de tu alma para que nunca más suceda, pero él no lo sabe... es tan solo el vicio con que nació, que de tanto matar la vida con eso se contentó, y eso que había un bosque lleno de ricuras, frutos y flores, hojas secas, retoños tiernos de palmera...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 28/14
Ojos como lámparas en la noche, siempre lo veo así, hurga aquí o allá, ve con el sonido del aire, adivina los olores en medio de tan ruidoso escándalo.
Hace crujir las hojas secas a su paso, más nada se escucha, es como si el sonido no existiera, agacha la cabeza, se dobla,hasta casi tocar el piso… ¡vida!, eres mi aliento, por ti el gemir, por ti el dolor, más nada queda cuando la tibieza llega al corazón y desnudamos de él nuestros vicios.
Un poco más, ¡aprisa!... ¡aprisa!... corre niña, que no te alcance su fiereza, pero el hambre tiene rostro de león y cara de anciano triste...
A un redoblar del corazón todo en el mundo se llena, torvas espadas han cruzado el sendero de la vida, y se ha encontrado entre su boca el sabor a muerte...
Límpiate el rostro, lame las rosas que se fueron sin abrir sus primaveras, enciende la hoguera de tu alma para que nunca más suceda, pero él no lo sabe... es tan solo el vicio con que nació, que de tanto matar la vida con eso se contentó, y eso que había un bosque lleno de ricuras, frutos y flores, hojas secas, retoños tiernos de palmera...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 28/14
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