domingo, 28 de diciembre de 2014

AQUÉLLAS NAVIDADES

Bembis y...

AQUÉLLAS NAVIDADES
Recordé que también grita la voz de mi semilla, la de ellos, como un eco que va y viene por mi sangre, cada día, cada tinto caliente en el patio, los ojos de mis tíos, las visitas con olor a campo, a ganado, a potrillo recién nacido, a gajos de cebolla, racimos de frutos frescos, trozos deseados de carne de toro amansado a besos.
Por aquí ronda un pichón de mirla, entre los grises de sus plumas se quedaron también sus cantares, los niños de gorrión que levantaban su pequeño copete ante la lluvia, y la bendición de un ramo de orquídeas en días de mayo, con las rodillas dobladas, y el arpa de sus manos haciéndolo sonar todo, en aquéllas viejas navidades, donde el chocolate más espeso era la bendición más leve, y los amasijos de las panaderias de Zapatoca, tibios regalos para el alma.
¿Quién no recuerda a los amigos del ayer?, los Carrielitos, los Rueda Chique, los Chocha grande, los Rueda Kiriko combinados con Paloblancos, y carcajadas de día y de noche, agrandando los te quiero, te quiero primo hermano, te quiero tío, tía, amigos de cada día, amigos que se quedaron en el siempre, en las pecas de los niños del zapatero que vivían iniciando la montaña, y las vacas del señor de la loma, que nos regalaban bigotes frescos y sonrisas divinas, entre carreras del yo primero,y quien ganaba se tomaba el primer vaso ordeñado a mano, entregados a las carcajadas de un nuevo y divino amanecer.
Ahora, mientras bajo aprisa escaleras de piedra, tal vez borradas por el paso del tiempo, o por algún adinerado que desea cambiar el paisaje, van y vienen los recuerdos, la navidad, divino regalo del ayer, hoy retorna en medio de remembranzas de campanas, de aquéllos amores que se fueron, de las brisas heladas y las caricias bajo la ruana de colores, y ante todo de las tibiezas de hogares, de cada casita de esquina, de esos saludos que se perpetuaron: ¡buenos días!, sí, hola como estás, ¡bien gracias!, Dios te bendiga, a ti también, sí, si señora, sí señor, está bien mijita, donde el amor era el motivo y la sazón en el aire... ¡benditas navidades añejas!, ojalá regresaran, pero se fueron, se quedaron en el mudo espejo del alma, en ese ayer que nunca regresará, en medio de totes y martinicas que nunca mataron el hambre, pero sí nos llenaron de felicidad.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 20/14

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