Imagen: Internet
EL TATA Y YO/A Francisco Roa
No comer carne, de ninguna, ni sexo, alcohol, drogas, porque
allá están todas las almas que nos hemos comido, saldrán gritando, aterradas,
es una limpieza de algo dentro de nosotros mismos, he leído algo, para llegar a
la sabiduría debemos volar con las alas de los humildes, que aceptan que la
libertad nuestra, llega en el momento en que respetemos la de otros...
Me dijo el Tata: Debes limpiar tu cuerpo en las aguas del
manantial, cierra los ojos y bendice el bosque, abre tus brazos y hallarás la
libertad, báñate con sal de mar, y ruega para que los malos espíritus que viven
dentro de ti, huyan lejos, y se escondan en la fosa donde hay llamaradas que
los destruirán, azúcar, has de bañarte con miel de caña o de abeja, para que
sea dulce tu andar, cambia esa mirada de odio por una de respeto, y así podrás
amar, mira a una flor con la misma dulzura que mirarás a un niño, y nunca
toques su interior, porque una vez dañes su alma, a ti mismo te dañarás...
El Tata tenía la mirada limpia, no vio la desnudez de
nuestros cuerpos, tomamos de ese amargo del bosque, y un camino muy largo con
todo lo andado, volvió, como una película, fuimos niñ@s de nuevo, ancianos en
otro ayer, mariposas felices en un mañana, pero no era éste, era otro viaje
donde los rostros se veían, y los ojos iluminaban los caminos perdidos, hallamos
aquello negado, las manos se tocaron, las almas eran palomas blancas en un
camino donde el verde de la montaña era un Dios intocable, y
los arroyos eran mansos como una madre que se entrega a la voluntad de la
providencia, cuando no hay otra cosa por hacer.
El
Tata tenía una sonrisa suave, no era él mismo, sino alguien más, cuando
llegamos al sendero por donde iniciamos a caminar, y un plato con frutos y
abundancias bendijo el día y la noche... éramos otras almas, el ayer no
existía, sólo el paso siguiente que era caminar por la vida y esperar.
La
providencia se abría paso como un caballo blanco sobre nuestras vidas, ¡qué
bonito es todo!, vamos mi amor, dame la mano, dame un beso con los labios
amargos, que al besarnos seremos miel en un nuevo panal.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 24/14
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