miércoles, 11 de junio de 2014

OTRO DÍA

OTRO DÍA

El día pinta, y la luz del alba radiante como siempre, anuncia la salida del rey, ¿por el norte o el sur?, no lo sé, pero su luz todo lo llena, su bondad todo lo cubre, y me doblo un instante, abro los brazos como un águila sus alas, y agradezco al Señor de las bondades por mi ser.

Un calor pegajoso, el ventilador en la orilla del mundo aliviando dolores de cabeza, ¿pero importa quejarnos?, vale que estamos de nuevo aquí, como ayer, ¡lo hubo!, a veces creo que no habrá otro amanecer, pero han sido muchos, y en cambio para otros, sus amaneceres se han recortado, y creo, que ha de ser porque los pocos vistos, han sido más amados, y el dueño del huerto nos da otra oportunidad, para que apreciemos sus maravillas, acompañados de los poemas que se declaman entre las ramas del bosque.

Carolina emprende su viaje como un ave feliz, agradece cada segundo las oportunidades en su camino, y la recuerdo ayer angustiada, con las rodillas dobladas, viendo hacia no sé dónde, creyendo que para ella a pesar de todos sus esfuerzos, no había nada.

¿Te das cuenta mi amor?, al bueno o al malo, siempre les llega una sonrisa, presienten tal vez que la merecen más que otros, o creen que no llega la buena suerte porque están salados, como el mar, pero él tiene un vientre generoso, y un alma que navega con sus olas para subirlas y bajarlas a su antojo, así ha de ser, sino viviríamos dentro de una libreta llena de cuadros pequeños, sería aburridor sólo estar, como una morsa sentada en una silla, escribiendo tonterías.

Los higos ofrecen a una mujer sus caricias, el árbol lleno de sus verdes esperanzas, y las hojas con ese perfume mágico nacido del alma, parecieran tocar con sus ramas el universo.

No quería cantar el ave, porque ayer un depredador hirió sus alas, se quedó apresada entre un gajo de mi árbol, para caer de pronto, y golpearse contra el asfalto. ¡Ya pasó todo!, fue la providencia, ella le ayudó a partir, calmó su angustia, sin que la paloma siquiera se enterara, de quién la empujó para que su dolor calmara.

Pudo el león atrapar al búfalo más viejo, pero nadie se dio cuenta que estaba herido, que un dolor le aquejaba y su cojera fue vista, y su dolor anunciado.

Estoy aquí, el puerto está lleno de barcos grandes y pequeños, lujosos y sencillos, alguno zarpará y llegará lleno de sorpresas, otros, tendrán que viajar al sitio de la luz más intensa, pero lo cierto, es que a nosotros se nos regaló un estuche, ¿lo abrimos?, muchas sorpresas aguardan a quien confía en Dios, y muchas sonrisas a quien a pesar del sufrimiento, espera como una roca, con paciencia, y sabe agradecer por cada segundo, pues el tiempo,es la única ganancia verdadera.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 11/14

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