ESTANDO LA HIENA...
Estando la hiena oculta, perfilando sus dientes malhechores, ¿eres hombre o mujer? -le preguntó inquieta la doncella... ¡¡Qué te importa!! -responde la fulana ¡si para mí, ya estás muerta!
No hubo angustia en su acción, tal valentía en osada fiera, a la doncella ni siquiera le inmutó, y con la tranquilidad de una rama que espera el descanso de un gorrión, le espetó: ¡Vaya!, eres bien soberbia y atrevida, ¿quién te dijo malhechora, que eres dueña de mi destino?, si al hincar tus dientes me mataras, ¿no sabes acaso que al morir no vencerías?, es la vida un préstamo, como lo es la flor de un día, en un instante, si acaso el viento soplara a mi favor, tú ya no existirías.
Más la hiena, herida en su amor propio, con ira hincó sus dientes en la doncella, quien expiró, mientras la fiera devoraba su silencio… y atrás, con la melena suelta un león que hacía rato esperaba su ocasión, se lanzó con fiereza, llevando como trofeo tan solo su cabeza.
¿Quién ganó?, ¿a quién entregamos la victoria?, es el destino un cuento raro, a su antojo viene, y sin saber de qué mano, a ninguno de los dos, da la razón.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 31/14
No hubo angustia en su acción, tal valentía en osada fiera, a la doncella ni siquiera le inmutó, y con la tranquilidad de una rama que espera el descanso de un gorrión, le espetó: ¡Vaya!, eres bien soberbia y atrevida, ¿quién te dijo malhechora, que eres dueña de mi destino?, si al hincar tus dientes me mataras, ¿no sabes acaso que al morir no vencerías?, es la vida un préstamo, como lo es la flor de un día, en un instante, si acaso el viento soplara a mi favor, tú ya no existirías.
Más la hiena, herida en su amor propio, con ira hincó sus dientes en la doncella, quien expiró, mientras la fiera devoraba su silencio… y atrás, con la melena suelta un león que hacía rato esperaba su ocasión, se lanzó con fiereza, llevando como trofeo tan solo su cabeza.
¿Quién ganó?, ¿a quién entregamos la victoria?, es el destino un cuento raro, a su antojo viene, y sin saber de qué mano, a ninguno de los dos, da la razón.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 31/14
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