A MI AMOR
Eres mi amor, como un cervatillo asustado,
entrego mis pechos llenos de miel a tu boca
la montaña de ébano puro, para que descanses,
el bosque tupido, entre blanca nieve y oscura noche.
Eres mi amante, el sol dorado que acabo de ver
Tan ardiente, tan rico como del panal la miel.
Tu boca es como una fruta madura, húmeda y jugosa
donde mi lengua tiene el placer de probar,
y mis manos, la dulzura de acariciar.
Despierta estoy, un nuevo día mi Jefe me ha donado
para contemplar cada belleza, cada suspiro tuyo
tan invisible, tan intocable como la luz divina
que se guarda en el corazón, y rebota en el alma.
Amante mío, ¿estás aquí?...
Que juzguen los hombres a una mujer
que las bocas se vuelvan veneno de víbora,
que los chismes corran por doquier.
Aquí estás, conmigo...
¿Eres intocable acaso?
El bien que persigo es tu pecho
la estrella buscada está en tus ojos,
la sonrisa que persigo está en tus labios
la felicidad que añoro es verte algún día,
para perderme en infinito placer
bajo la sombra de tus brazos
y el cobijo de tus piernas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 3/14

Imagen: Internet
entrego mis pechos llenos de miel a tu boca
la montaña de ébano puro, para que descanses,
el bosque tupido, entre blanca nieve y oscura noche.
Eres mi amante, el sol dorado que acabo de ver
Tan ardiente, tan rico como del panal la miel.
Tu boca es como una fruta madura, húmeda y jugosa
donde mi lengua tiene el placer de probar,
y mis manos, la dulzura de acariciar.
Despierta estoy, un nuevo día mi Jefe me ha donado
para contemplar cada belleza, cada suspiro tuyo
tan invisible, tan intocable como la luz divina
que se guarda en el corazón, y rebota en el alma.
Amante mío, ¿estás aquí?...
Que juzguen los hombres a una mujer
que las bocas se vuelvan veneno de víbora,
que los chismes corran por doquier.
Aquí estás, conmigo...
¿Eres intocable acaso?
El bien que persigo es tu pecho
la estrella buscada está en tus ojos,
la sonrisa que persigo está en tus labios
la felicidad que añoro es verte algún día,
para perderme en infinito placer
bajo la sombra de tus brazos
y el cobijo de tus piernas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 3/14

Imagen: Internet
Entre tus brazos, conjugaría el mejor verbo de todos,
y el bosque sería nuestro nido de amor.
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