jueves, 16 de enero de 2014

TERCERA EDAD


Imagen: Internet

TERCERA EDAD

Me da una pereza hablar de la tercera edad, ¿creía acaso que los años no llegarían?, me siento afortunada por ello, y mejor no me quejo, pues muchos niños, jóvenes, otros a quienes ni siquiera dimos la oportunidad de vivir pues decidimos abortarlos, otros que por cosas que no sabemos no pudieron nacer, pero aquí estamos con arrugas o sin ellas, con achaques muchos o pocos, amaneciendo, trasnochando, pasaron los calores de la juventud y avistando el reposo de todas las cosas que antes nos convertían en hadas, y hermosas bailarinas, en doctoras, en jefes de algo, para simplemente ser personas de la tercera edad, aceptando los achaques que vienen y van, los dolores de pierna, ¿qué será esa joda?, una tiranta que sube y baja, un ardor extraño aquí o allá, esa vaina reseca que ya no se moja, o cuando se moja parece otra cosa, que el páncreas, que la vejiga, en fin achaques propios de la edad que no son para nada temerarios, pero sí hay que iniciar a ese algo que se llama: Aceptación.

Linda edad, cada una tiene la maravilla de algo, lo hermoso de saber que pasamos por la vida sin dañar a otros, comulgando el pan nuestro de cada día, participando de la lluvia, del sol, de la bendición de un árbol, de la delicia de vivir alguna vez en una pieza acosada, con un adorno que se volvió un demonio de un momento a otro, y terminamos sacándolo a la calle, o terminó la bruja sacando nuestras cositas a la calle para buscar un refugio aquí o allá, pero la vida, el gran don divino que nos permitió llegar a ésta edad tan maravillosa, no importa si no voy tomada de la mano de un amor, él se quedó en el camino con su orgullo o pudo ser el mío, que se cansó de perdonar ultrajes, y sigo de mi propia mano, abriendo caminos en mi hogar, preparando un arroz con atún con las indicaciones de mi hija menor, que no sabe ni preparar un tinto, pero bueno, aceptar, siempre continuar con dignidad, abonando el camino para cuando seamos sembrados para una eternidad.

Ayer falleció el hijo de un primo, por respeto a su familia prefiero guardar silencio, dejar en manos de mi Jefe divino su joven vida llena de sueños y esperanza, pero todo le pertenece al dueño del huerto, y sólo él sabe el día de nuestra marcha, por algo nos permite quedarnos un momento más por aquí.

Hablaba con mi hermana Sofía, de lo que viene ahora para nuestra generación donde ya hemos despedido demasiados amigos y familia, pero es más triste tener que despedir a un hijo, que la providencia nos proteja, y seamos nosotros quienes marchemos primero, porque ese dolor ha de ser terrible, nadie podrá nunca consolar a un padre, o a una madre que pierde a su joven muchacho, ese consuelo llega de lo alto.

Hablábamos de que el tiempo se acorta, pero no sabemos cuántos segundos ni minutos, pues es tan incierto nacer como morir, pero es un paquete que viene completo para todos.

Me da pereza pensar que vienen los achaques, que antes podíamos lidiar una gripe con agua de panela con limón, pero ahora no podemos, debemos cuidar al máximo nuestros segundos de vida, pero hagamos esto o aquello, la vida no es nuestra, y el día que nos sintamos más fuertes y sanos, vendrá mi amiga parca por alguno de nosotros.

La jartera de los dolores, ¡qué pereza!... las tirantas, que me duele la pata, que me duele la cintura, que la nuca, que las nalgas no existen y toca colocar un cojín, que la brisa me jode, que ya no voy a misa, que se va a condenar al infierno, que el rosario de misia escopeta, que las astas, los triglicéridos, la presión alta, eso es lo que me da mucha pereza de pensar en la tercera edad, lo demás vaya y venga, pero saludables, con ganas de bailar, y que la muerte llegue cuando estemos con la más enorme sonrisa en el rostro, así la quiero, que no esté triste como tantos años, estoy en la tarea de mantener esa sonrisa de mi madre, tan bella, con esa mirada dulce como la miel, eso le pido a mi Jefe amado que pueda lograr, y si viene la cuarta edad, que sea bienvenida con un bisnieto en mis rodillas, mientras chasqueo los dientes para que se asuste y le abro la boca de gigante y le muestro las garras de bruja, hasta que se acostumbre que su bizcabuela es lo más bello que hay para amar, abrazar y consentir.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 13/14

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