sábado, 4 de mayo de 2013

PENSANDO EN TI (161)



PENSANDO EN TI (161)



Cientos de estrellas veo pasar conmigo el anochecer,

hasta que el sol, antojado de amaneceres, 
aparece en el horizonte.


El mismo rincón de luna tapizada de estrellas,
en ese infinito azul que se parece a mí…

El lago tiene un traje negro teñido de luces plateadas,
danzantes como la vida misma, 
a veces triste y apagada.

Una difusa luz me habla de ti.
Se enciende una pequeña lámpara en mi corazón
y con la brisa, parece danzar al son de la flauta,
si los cañaduzales tropiezan, 
quedando un sonido al azar.

Miles de niñas despiertan al canto de la rana.
El grillo necio se enamora de una luciérnaga de colores,
y la vida, de nuevo la vida en diferentes formas
y yo aquí… pensando en ti.

Soy una niña, me quedé en el ayer…
Correteo, brinco, soy una gacela buscando tus brazos.
Me deleito en tus labios y me adormezco
como si volara, con un vértigo extraño,
con esa sensación de campanas vivas
que suben y bajan y nos humedecen.

Observo todas las maravillas: las flores, los jardines...
Blancos entre rojos suspiros,
 negros entre verdes y violetas.
 Me siento ahí, 
sobre una barca de colores, 
¡pero no estás!...

Recuerdo de tu piel ardiente, la mía…
Agonía de pensar que estás en otros brazos,
que mis manos acarician un teclado, 
en vez de estar contigo.
Que mis letras parecen lápidas
donde la muerte señala,
y un nido de negro ropaje me espera…

Amor… amor… ¿en dónde estás?
Tantos años que parecen eternidades.
La montaña de tu pecho en mí se quedó,
se talló tu juvenil encanto de carcajadas adornado,
tu negra cabellera que en mis manos se enredaba,
y esa boca tuya, tan rica en mieles y vinos caros.

Mi niño se parecía a ti,
pero no era tuyo, era de una noche de cadenas,
era del tiempo de ausencias y llanto.

Quedé preñada para siempre de tu indiferencia,
pero un fruto se parece a otro
de tanto pensarte.

Como una rosa roja, es mi vida…
Mi perfume es saberte a mi lado,
mi razón, aferrarme de una rama.

Espinas soporto
porque tal vez en otro jardín,
en otra enramada nos veamos,
y reconozcas en mí
el rostro del amor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 4/13 

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